Hoy hace 40 años se empezó a escribir esta historia. El 28-2-78 cinco valientes policías en Sevilla, en un cuerpo militar como la Policía Nacional de entonces, que podía encerrarlos en prisiones, calabozos, expulsarlos o trasladarlos a cualquier plantilla de la Península o las Islas, crearon el Acta fundacional del primer sindicato policial desde la II República (lo que había legalizado Martín Villa en 1977 no eran sindicato sino asociaciones profesionales corporativistas). Un sindicato clandestino en una Policía militar nació en Sevilla en 1977, para denunciar la militarización y uso de la Policía por los mandos militares y los políticos del sistema que se desperezaba de la dictadura, la falta de derechos de todo tipo de los agentes tratados peor que soldados en guerra, que los perros y caballos de los oficiales, despreciados ellos y sus familias en la sanidad militar (los mandos y sus familias acudían sin cita y eran atendidos antes, llegaran uno o los que fueran), por lo que decidieron, hablando uno a uno y con todas las medidas de seguridad que nos podamos imaginar, debatir primero y levantar después, el Acta fundacional de un sindicato que ha hecho historia.
El primer policía que habló de la necesidad de crear un sindicato fue José López González. Tras exponer la idea, captar a los que lo acompañaron en la fundación y seguir en la brecha, fue secretario de Organización de la Gestora Nacional clandestina radicada en Sevilla y elegido como primer secretario general del sindicato en el congreso constituyente de enero de 1985, tras la legalización el 21 de noviembre de 1984. Los dos primeros hombres a los que Pepe López expuso la necesidad de crear un sindicato para defenderse fueron José Manuel Osorno Marín y Guillermo Gómez Cunnigham; en la vivienda de este último en la calle Madreselva de Sevilla y en su máquina de escribir se levantó el Acta fundacional del sindicato clandestino. Además de los tres citados estuvieron en esa reunión otros dos valientes que ya han fallecido: Carlos Jiménez Fernández y Manuel Tapada Pérez.
En diciembre de 1976 hubo una manifestación de policías y guardias civiles, muchos de los cuales fueron expulsados, otros pasaron meses en la cárcel y recibieron peticiones de varios años de condena, de las que se libraron por la amnistía de 1977. Reclamaban ser atendidos en la Seguridad Social y no en la Sanidad Militar. Los cinco fundadores arriesgaron todo por una policía civil con derechos que respetara los derechos civiles de la ciudadanía, lo que expresaron en el lema "Policía civil al servicio del pueblo". El tiempo no pasa en balde y hoy esa organización ha olvidado los valores fundacionales y defiende los mismos postulados que otras organizaciones que crearon los mandos y los conocidos como "meaperros", sus pelotas que barrían los patios, sacaban a mear los perros de los mandos, les hacían las camas y vaciaban sus orinales, o estaban destinados en la II Sección, los chivatos, trabajaban de lunes a viernes mañana o tarde y cobraban un plus de Dedicación, que quienes trabajaban 24 horas x 24 libres no percibían. Esa era la Policía corrupta heredada de la dictadura a la que se enfrentaron estos valientes. Ese cambio de valores producido en los últimos años hace que yo no cite esas siglas en este escrito. No lo merecen.
De esos 40 años transcurridos he estado 34 afiliado (1982-2016), dos de ellos en la clandestinidad; he sido 20 años secretario general nacional, dos años secretario de Organización nacional y dos secretario general de Madrid, además de ocupar otras secretarías en este comité desde la clandestinidad, cuando dedicabas tiempo libre y dinero a que el sindicato funcionara, cosa que hizo en Madrid gracias a un compañero hoy jubilado que está trabajando con Jusapol: Benjamín Arias Barredo. Entre 1987 y 2015 he sido vocal del Consejo de Policía. Hoy, ni este sindicato ni ningún otro, representativo o no, defiende aquellos valores constitucionales y todos han girado hacia el corporativismo, defendiendo las identificaciones ilegales que vulneran derechos civiles de la ciudadanía. No hay una sola denuncia por esa práctica contra la que tras muchos años de denunciar en solitario, en el año 2010 se sumaron todos los sindicatos representativos, y que una vez llegado el PP al poder dejaron de denunciar todos menos el que yo dirigí hasta junio de 2013.
Baste echar una mirada a los máximos dirigentes sindicales que lo fueron de otros sindicatos durante los últimos años de mi mandato para saber qué ha pasado y porqué estos lodos. No hay ni uno solo de los que fueron secretarios generales o presidentes en SPP, CEP o UFP que no hayan tenido varios periodos continuados en embajadas, ascensos o medallas rojas, y alguno hasta ha acumulado las tres, ascenso, embajada y medalla pensionada. Soy el único de ese periodo de muchos años que ni ascendió, ni recibió medalla, ni buscó destino en una embajada, honores que para un sindicalista son un deshonor según mi criterio, porque mis medallas son 63 denuncias y querellas de políticos, mandos y otros sindicatos, y 12 expedientes disciplinarios, alguno de ellos producido por denuncias como secretario general del sindicato cuya dirección actual ha ignorado en un comportamiento que los califica.
Me he llevado muchas cosas del sindicato; Amigo/as con mayúsculas, de esos que creen en tí, te conocen bien y harían cualquier cosa por ayudarte sabiendo que yo haría lo mismo por ellos/as, que son el "botín" más importante. Pero también una experiencia personal impagable sobre las profundas simas del alma humana donde habitan algunas personas sin escrúpulos ni valores, amorales capaces de vender a su madre por un plato de lentejas.
Ha sido una experiencia de vida que no cambiaría por nada. La clandestinidad, con aportación económica del exiguo sueldo; las denuncias, querellas y expedientes; objetivo de ETA en cuatro listas (Valencia, Sevilla y dos en Madrid); muchas horas diarias de trabajo, desde temprano hasta bien entrada la noche; viajes desde Madrid a Sevilla los viernes por la tarde y de vuelta el domingo por la tarde o el lunes a las 5 de la mañana desde diciembre de 1992 hasta junio de 2014. Una dieta de manutención de 900€/mes inalterable durante los 20 años para desayuno, comida y cena (por debajo de la fijada en la escala básica para los desplazados, que era el caso de quienes la percibíamos en el sindicato), y de la que, junto con otros compañeros/as (Begoña, Robledo y Tejero), abonamos la letra de una vivienda que se dejó como propiedad y patrimonio del sindicato y que podía haber sido nuestra. No solo no nos llevamos nada sino que de nuestra asignación para comer dejamos patrimonio al sindicato. Miles de viajes en coche, muchas vueltas a España a veces con jornadas de más de 1.000 kilómetros, rueda de prensa, asamblea de afiliados y vuelta a Madrid. Reuniones con responsables políticos y mandos policiales, periodistas, jueces, fiscales, otros sindicatos, asociaciones de guardias civiles, compañeros responsables sindicales, afiliados... un tiempo apasionante que sirvió para defender y proteger derechos, hacer normas más favorables que las que existían, conseguir mejoras salariales y en derechos, indultos a decenas de compañeros condenados injustamente... Haber aprendido de las relaciones con todo tipo de personas y personajes, desde el Jefe del Estado hoy rey emérito Juan Carlos I, en dos recepciones oficiales de las que se extraen enseñanzas, a presidentes del Gobierno, ministros, secretarios de Estado, políticos, diputados, senadores, periodistas decentes, otros vendidos, jueces, fiscales, compañeros decentes con problemas y compañeros corruptos que tratan de engañarte, a muchos de los cuales he denunciado y de alguno de los que recibí amenazas desde la cárcel donde cumplía condena.
Una experiencia digna de ser vivida de la que no me arrepiento a pesar de los aires que corren ahora, donde un movimiento masivo y digno como es Jusapol está siendo aprovechado por los meaperros de hoy para tratar de incluir en el mismo saco a sindicalistas decentes y corruptos, quizás por ignorancia, tal vez porque son meaperros producto de una decisión adoptada en 1992 sobre el perfil de los policías, que les permitió a ellos acceder a un cuerpo al que no hacen ningún favor comportándose como lo hacen. Que los sindicatos de hoy merecen disolverse y refundarse no tengo dudas, como no las tengo que en el sindicalismo hubo y hay gente decente y corruptos, como en esa masa que se moviliza al son de Jusapol en demanda de equiparación salarial también hay, junto a muy buenos profesionales, policías impresentables por corruptos.
Defenderé siempre un sindicalismo policial que defienda los derechos humanos de la ciudadanía porque sin respetarlos no se tiene ninguna legitimidad para defender derechos profesionales, laborales o salariales; defenderé una policía civil de atención a la ciudadanía, sin parafernalia ni disciplina militar, que no identifique a millones de personas cada año por capricho o por órdenes ilegales del mando vulnerando sus derechos civiles, que debemos proteger, o que arroje pelotas de goma a náufragos inmigrantes por mucho que un capitán de la Guardia Civil indigno de esta democracia lo ordene. Una Guardia Civil que atacó a sus demócratas que querían derechos para sus miembros y algunos de los cuales siguen expulsados hoy más de 25 años después.
Trabajé por un sueño, un modelo de policía en una sociedad que nunca existieron y de la que cada día que pasa nos alejamos más. Esta situación no me lleva a abandonar la denuncia y el activismo sino al revés, hay que seguir esparciendo las ideas que motivaron mi actividad sindical, ahora a través de las redes sociales y cualquier otro medio de difusión, como son la defensa de una sociedad más justa donde se respeten los Derechos Humanos y una Policía a la altura de la ciudadanía, porque, aunque solo una semilla de cada millón que arrojes germine, la esperanza seguirá abriéndose camino.
Sería imposible citar aquí ni a una décima parte de la buena gente que he conocido (de los malos me olvido), pero además de los antes citados, mi memoria me trae aquí ahora a Tito, Antonio Albalá, Padilla, David, Gonzalo, Juan Fco. García, Luis Longueira "El Picolo", Molinillo, Pacheco, Jorghe, Juan De la Torre, Nosti, Concha, Pedro Acosta, Florencio, Fernando, Borja, Piñeiro, Morata, León, Prades, José Antonio, Miguel Ángel, Felipe, Agustín, Guillermo, Andrés, Juan, Carlos, Jorge Martínez, Fernando, Maria, Paco, Javier Alonso, Pepe Olivares, Enrique, Perdiguero, Inma, Castillo, Alberto, Piedad, Sagaseta, Eugenio, Marisa, José Manuel, Margarita, Juan Ramón, Javier, Pilar, José Luís... y perdón por los muchos ausentes en esta lista tan incompleta.
Como último dato diré que algunos de los aquí citados, ya jubilados o cerca de ello, siguen comprometidos en distintas organizaciones luchando por un país mejor, unos ciudadanos con derechos y unas fuerzas de seguridad civiles, con derechos laborales y salarios dignos; y que el pasado año, cuando se convocó una concentración frente a la jefatura de la Guardia Civil de Cádiz por el abuso en expedientes contra cuatro miembros a los que trasladaban como sanción a plantillas de Barcelona y Madrid, allí nos concentramos unos cuantos, apenas doscientos miembros de la Guardia Civil convocados por AUGC, y entre ellos estuvimos algunos viejos rockeros sindicalistas como José López y Pepe Tejero. Sindicalistas decentes ante los que deben agachar la cabeza los sindicalistas corruptos y los meaperros que escudados en el anonimato tratan de hacer tabla rasa de la historia. Sepan Vds., meaperros, que nosotros vamos con la cabeza alta y las manos llenas de lucha, solidaridad y compromiso. Nuestras hojas de servicio están llenas de expedientes algunos con propuestas de expulsión por defender derechos para todos. Hoy, desde el Colectivo Democrático de Policías y Guardias Civiles, GUCIPOL, algunos seguimos defendiendo causas justas y los mismos valores de siempre, que ahora pasan por el reingreso de los compañeros de la Guardia Civil expulsados en la década de los 90 por defender derechos y libertad.