Si hay algo de lo que he
presumido siempre es de ser desertor del arado. Analfabeto que dejé la escuela
a los 13 años para trabajar y decidí ingresar en la Policía el día que cogiendo
aceitunas comprobé que no podía desabrocharme los botones del pantalón por
tener las manos heladas. Ese calificativo no me ofende. Siempre he presumido de
honradez, de decencia y de capacidad de trabajo. Acepto lecciones del locutor
rabioso de Ruanda sobre cómo hacer dinero contando mentiras, difamando y
vendiéndose al poder político, pero de honradez se las puedo impartir ampliamente porque él no sabe lo que es. Seguro que les suena de algo la matanza de
Ruanda, un genocidio cometido en 1994 en el que murieron un millón de personas,
la mayoría tutsis a manos de hutus, que ostentaban el Gobierno y alentaron la
masacre. La radio de las Mil Colinas tuvo un papel destacado incitando al
exterminio de los tutsis, por lo que una de las seis locutoras que se sucedían
en los micrófonos, Valerie Bemeliki, cumple condena a cadena perpetua. Lo de
“locutor rabioso de Ruanda” dirigido al personaje está relacionado con el odio que
expresa desde siempre en las ondas a todo el que no le baile el agua. No es
solo contra la izquierda, no, a Mariano Rajoy lo fustigó con críticas brutales
y apelativos como “maricomplejines”, que todos los que conocen algo de los
cenáculos políticos de Madrid saben qué quería decir.
LO QUE EL LOCUTOR
RABIOSO NO CUENTA
Unas semanas después de los
atentados del 11M el secretario general de CEP, Ignacio López (hoy inspector,
con medalla roja pensionada y habiendo pasado por una embajada), me propuso que
avaláramos con entrevistas y notas de prensa la teoría de la conspiración que
exponía cada día con insultos, descalificaciones y difamaciones, especialmente
contra policías, el locutor de Ruanda. Le dije que no, que estaba insultando a
afiliados de mi sindicato, que era una locura pretender que los atentados
fueron organizados por el CNI, el PSOE, ETA y policías socialistas y que no
solo no apoyaría esa barbaridad sino que combatiríamos dicha mentira que
afectaba a afiliados. Supongo que así se lo trasladaron. Para escribir todas las
mentiras que el locutor rabioso contó de policías debería escribirse un libro. Baste
un ejemplo de una de ellas que afectó al comisario afiliado al SUP Telesforo
Rubio, que difundieron profusamente como prueba evidente de la implicación de
policías y el PSOE en los atentados. Telesforo estuvo destinado en la comisaría
del distrito Centro de Madrid y el Gobierno de Zapatero lo nombró comisario
general de Información tras el 11M. En las investigaciones que llevaron a cabo
periodistas sobre los terroristas del 11M alguien les dijo que uno de ellos
había sido seguido por el grupo de estupefacientes de la comisaría de Centro y habían
cesado dicho seguimiento por orden del comisario Telesforo. Falso. La
retirada de ese seguimiento al terrorista del 11M y a otros cientos de sospechosos
delincuentes se produjo por una decisión del Ministerio de Interior del PP, en
el marco del programa policía 2000, y supuso la reducción de los grupos de
investigación destinando a más policías de uniforme a las calles, entre otras
cosas para hacer identificaciones ilegales y masivas pretendiendo una inútil
justificación estadística que sigue vigente en la actualidad. Cuando Telesforo
fue nombrado comisario del distrito de Centro hacía más de un año que se había
retirado el seguimiento a decenas de chorizos de la zona por la reducción de
los grupos dedicados a ello en todas las comisarías de Madrid. Apoteósica fue
una tribuna de opinión del entonces diputado de UPN Jaime Ignacio del Burgo,
asegurando la mentira de que Telesforo había retirado el seguimiento al
terrorista y que eso, con su posterior nombramiento, era un escándalo por el
que pedía explicaciones al Gobierno del PSOE. A la vez el locutor rabioso exigía
paredón para todos los afectados por esa y otras mentiras y los políticos
cobardes repetían como loros sus consignas. Mientras insultaba y difamaba su
faltriquera no dejaba de sumar cientos de miles de euros.
El 11M quedó sin investigar
porque no hubo voluntad política para hacerlo y porque los de la teoría de la
conspiración cerraron esa posibilidad. Un director de un digital de reciente
nacimiento que escribió un libro con el título de este escrito, La Venganza,
fue uno de los varios periodistas a los que expuse mi opinión de que los
servicios secretos de Marruecos y Francia sabían cosas que no habían contado.
Me lo confirmó, quizás sin querer, un político del PP que era alto cargo de
Interior en la fecha de los atentados; unos años después en una comida a solas le
planteé dicha cuestión y su respuesta, tras un espeso silencio, fue “¿y si
fuera como tú dices, qué podíamos hacer, declarar la guerra a Marruecos?”.
Como el sindicato mantuvo que no
había policías implicados en los atentados, que eran islamistas y que nadie del
PSOE, ETA, CNI ni Policía Nacional tenía nada que ver, el locutor rabioso
dedicó muchas mañanas a difamarme, como
a otros policías de distinta graduación, en mi caso por la supuesta condición de afiliado
al PSOE y por ello, cómplice de la trama terrorista del 11M. Había sido
afiliado al PSOE y me fui en 1991, remitiendo carta a Corcuera por encarcelar y
expulsar a guardias civiles demócratas. Casualmente, o no, en los meses
posteriores acumulé cuatro expedientes disciplinarios y el asesor del ministro,
Jesús Armendariz, me llamó para decirme que me iban a expulsar de la Policía. Aun
en el supuesto de haber sido afiliado al PSOE en 2004, solo a un enfermo mental
se le ocurre elaborar una relación de causa-efecto entre militancia en el PSOE
y policía terrorista. Hasta 40 horas de grabación se fueron recopilando durante
meses y se presentó una querella que al final de muchas vicisitudes no prosperó,
porque según el juez ser periodista te da patente de corso para acusar,
injuriar y difamar a un policía y dirigente sindical. También los jueces tienen
miedo de una lengua venenosa como la del personaje, que morirá intoxicado el
día que se la muerda.
MÁS LEÑA AL FUEGO
USANDO EL TERRORISMO PARA LLENAR EL BOLSILLO
Cuando el gobierno de Zapatero
presentó al Congreso en el año 2005 un documento que era más exigente con ETA
que los seis anteriores aprobados para que se disolvieran, el SUP apoyó al
Gobierno y al congreso. Se valoró la conveniencia o no de hacerlo y me opuse a
dejar de hacer y decir lo que creíamos mejor para los policías y la ciudadanía
por temor a que un iluminado rabioso nos criticara. Había muchos políticos con
miedo a ese locutor, que desde los micrófonos de COPE tenía un gran altavoz
para sus venganzas, filias y fobias. Ayer mismo deslizó que tras el atentado de
Aznar el ministro de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch, lo llamó para
que fuera al ministerio y darle explicaciones. Retomando el asunto del apoyo a
la negociación con ETA, conviene saber que cuando Aznar decidió, sin consultar
al Congreso, abrir negociaciones con ETA, dijo que iba a ser generoso y
denominó a los asesinos Movimiento Nacional de Liberación, el SUP también apoyó
al Gobierno. Hasta dos editoriales en la revista sindical de la que se
imprimían 10.000 números (conservo ejemplares de ambas), abogaban por estar
siempre con el Gobierno para que fuera más fuerte contra los terroristas. No
hubo ni una sola crítica de afiliados. Aznar liberó a decenas de terroristas
entre 1998 y 2000 y uno de ellos asesinó dos años después de salir en libertad
al concejal socialista en Orio Juan Priede. El ministro de Interior Mayor Oreja
dijo en Sevilla en diciembre del año 2000, portada en el Diario de Sevilla en
el II aniversario del asesinato de la familia Jiménez-Becerril, que estaba
dispuesto a sentarse con ETA. No recuerdo que ninguna asociación de víctimas ni
familiares de los asesinados lo insultaran, como hacían a menudo años después
con Zapatero. Cuando hicimos con el Gobierno del PSOE lo mismo que con el del
PP, apoyarlo para acabar con ETA, el PP utilizó el terrorismo como ha hecho
siempre, con Rajoy de punta de lanza acusando a Zapatero de chapotear en la
sangre de los muertos o de ser amigo de terroristas. El locutor rabioso
encontró de nuevo viento en las velas para alentar el odio y nuevamente se
acordó de mí, como hizo ayer 15 años después. Esos ataques no hicieron que
variáramos nuestras decisiones. Nos costó una pérdida de 1.000 afiliados el año
2005 y provocó que mi prevista salida de la secretaria general en el congreso
de ese año se aplazara. Ya llevaba 13 años en el cargo pero por unanimidad el congreso
decidió que siguiera. Así lo hice hasta el año 2013 en que, a pesar de que se
volvió a plantear por la práctica unanimidad mi continuidad decidí que ya era
suficiente. El informe de gestión de este último congreso creo recordar que se
aprobó por práctica unanimidad con abstención de dos delegados. El locutor
rabioso no parece que influyera, ni mucho, ni poco ni nada, en la organización
que representaba. Si entonces que dependía del voto de muchas personas sus
insultos, amenazas y mentiras no me hicieron cambiar de opinión, no hace falta
decir la importancia que le doy hoy a sus rebuznos.
EL LOCUTOR RABIOSO
FUE DERROTADO
El locutor rabioso ayudó todo lo
que pudo al sindicato que era segunda fuerza en la Policía, vaticinó el
hundimiento del SUP durante años y fracasó. El año 2005 Zapatero me seguía invitando
a café en Moncloa. Nos conocimos en 1995 siendo él el diputado responsable de
cambiar la ley de segunda actividad, que se modificó incrementando la edad de
pase a dicha situación de 50 a 55 años, con un incremento de 30.000 ptas. de
entonces. En uno de esos cafés en Moncloa vi a su mujer que estaba afectada por los
escraches, insultos y actos brutales que la extrema derecha, el PP y sus
terminales mediáticas desplegaron contra él y esa misma tarde le remitimos un
ramo de flores dándole ánimos. Los cafés acabaron en 2006 cuando Rubalcaba
se opuso a, según él, ser puenteado. Cuando un tiempo después Rubalcaba me dijo
que íbamos a ir a tomar café a Moncloa me negué. En esas primeras reuniones con
Zapatero se habló de terrorismo, Alianza de Civilizaciones, equiparación
salarial y otros asuntos diversos de interés para los policías y la Policía. David Taguas, responsable de la
Oficina Económica de Moncloa, planteó dos fases para la equiparación salarial,
la primera, que se cumplió entre 2005 y 2008 con un 12% de subida salarial media
sobre el IPC que afectaron a segunda actividad (y más incremento porcentual a la
escala básica que a la superior), y una segunda fase 2009-2012. Esta segunda
fase tenía en cuenta un baremo que contenía el IPC de la provincia de destino,
valoraba el salario que cobraban los policías de unidades adscritas a
comunidades autónomas Valenciana, Andalucía y Galicia (unos 500 euros más/mes con menos riesgo y responsabilidad que
los que no llevaban el escudo de la comunidad autónoma en el brazo); las viviendas de guardias civiles (un baremo en
función del coste de alquiler y compra de vivienda en cada provincia), y salían
unas tablas que daban como resultado que los policías en Cataluña cobraban más
que los Mossos, en Madrid más que la Policía municipal, en Baleares casi como
en Cataluña y en el País Vasco más que la Ertzaintza, y todo ello con un coste
económico asumible. Taguas fue nombrado para otro cargo en mayo de 2008, poco
después de nuestra última reunión. En aquellos documentos existía una justa
equiparación salarial que se frustró por la crisis económica mundial que los
ignorantes siguen imputando a Zapatero.
Mientras yo estaba en estas cosas
sin que se me pegará ni un euro entre las uñas, pagando de la dieta sindical de
manutención una parte de la letra de una vivienda que hoy es propiedad del
sindicato, poniendo la cara ante las denuncias y querellas (66) de mandos,
sindicatos, políticos… y 14 expedientes disciplinarios, con cero ascensos, cero
medallas y cero embajadas que tan alegremente regalaban los políticos a otros
dirigentes sindicales amigos del locutor rabioso, el personaje se hacía rico
con concesiones de emisoras y compra de acciones de sus medios por políticos
del PP de Madrid, y desde dichas plataformas mediáticas insultaba también a dirigentes
del PP como Rajoy, que no se sometían a sus caprichos ni le financiaban sus
ansias de expansión profesional y enriquecimiento. El locutor de Ruanda puede
seguir derrochando todo el veneno que le rebosa desde su menguado púlpito de
hoy. Quizás hasta pueda impartir lecciones de escritor culto a quien quiera recibirlas,
pero de lo que no podrá dar lecciones nunca es de honradez y de vergüenza,
aspectos del carácter y la personalidad que se obtienen con educación y buena
crianza, esa que él nunca tuvo y que es imposible adquirir a su anciana edad.