En relación con el escrito sobre el uso de capuchas en interrogatorios (no entraré en si son capuchas, bragas o pasamontañas), en ningún caso se puede colegir de mi escrito que relacione terrorismo con movilizaciones sociales. Es cierto que ETA uso y abusó de las movilizaciones callejeras (lucha callejera o Kale Borroka) y que hay algunos colectivos con relaciones con ese mundo abertzale, que “pululan” por determinadas ciudades y se infiltran y actúan en conflictos sociales. En el escrito en cuestión lo que digo es que desde que Franco era Cabo (y más en los tiempos democráticos), los policías, guardias civiles y ertzainas (estos, durante muchos años en cualquier actividad de conflicto social) se han cubierto la cara para evitar ser reconocidos. Y que también desde hace años y bajo gobiernos del PSOE, otros policías, en otras unidades (especialmente UDYCOs, Unidades contra la Droga y el Crimen Organizado) se han cubierto el rostro para no ser identificados. Señalo que la “contaminación” de estos procedimientos que se vienen aplicando desde hace años es lo que ha podido llevar al error a quienes trabajan en tribus urbanas a colocarse en dos o tres ocasiones una braga o pasamontaña para preservar su identidad física, porque su identidad funcionarial está expuesta en las diligencias con su número de carné profesional.
Que hay infiltrados radicales que propugnan la violencia, y infiltrados policías en el 15-M, DRY y en otros movimientos no lo discutiré. Me consta. Que haya que establecer protocolariamente cuándo, en qué supuestos, debe un policía preservar su identidad en función de su trabajo me parece algo muy elemental. Otra cosa es que sea con una braga, con peluca y barba postiza o actuando desde detrás de una mampara. Que se regule, pero no me parece razonable que compañeros que actúan infiltrados entre grupos donde se respira el odio a la policía y una identificación puede “costarles caro”, tengan que desvelar su identidad en un interrogatorio. Y es verdad que puede hacerlo otro policía pero el conocimiento de uno no es el mismo que el de otro. Otra cosa es cómo se hace y que se regule en qué supuestos, tasados, (terrorismo, narcotráfico, etc.) se puede ocultar la identidad física a un detenido. Esto nos lleva lógicamente a la discusión de si en estos movimientos hay infiltrados violentos, con ramificaciones con grupos violentos o no. Yo digo que sí. Y sigo manteniendo que coincido con la práctica totalidad de las demandas del 15-M, lo que nada tiene que ver con este debate sobre si los policías pueden preservar su identidad en función del trabajo que desarrollen y cómo hacerlo.
Los policías deben estar identificados siempre. Esa es nuestra posición, la única que cabe en una policía democrática cuyas prácticas y procedimientos estén homologados con las del resto de países de nuestro entorno. Pero en esto, como en todas las cosas es posible atendiendo al interés general realizar excepciones, y esas son las que creemos que deben regularse. Por ejemplo, portar el número de identificación se encuentra regulado en un RD de 1987, pero no ha sido hasta hace tres años cuando el Sº de Estado estableció en una instrucción cómo hacerlo. El mismo secretario de Estado, informado de que había una estrategia de anotar números de miembros de UIPs y formular denuncias contra ellos para obligarlos a ir a citaciones judiciales (se llegó a denunciar un número de quien estaba de vacaciones fuera de España) decidió que en determinados supuestos se pudiera prescindir del número. En nuestra opinión, hay que llevar el número y proceder contra quien formule una denuncia falsa y compensar el tiempo que pierda el policía en citaciones judiciales. A la segunda o tercera condena por denuncia falsa, se acabó el problema. Pero es más fácil descargar la responsabilidad y la ira contra los policías no haciendo nada.
Hay una alusión al bloque crítico del 15-M que supongo será por un tuit señalando que no entiendo esa crítica hacia los sindicatos. Lo mantengo. En mi opinión, los sindicatos, y singularmente CCOO son la última trinchera en defensa de los derechos de los trabajadores, la primera organización social de España por número de afiliados y con quien mi organización tiene suscrito un protocolo de cooperación desde 1996, siendo secretario general de CCOO Antonio Gutierrez y presidente Marcelino Camacho, renovado después tanto por José María Fidalgo como por Ignacio Fernández Toxo.
Lo de mi especial “responsabilidad en la imagen de la Policía, que se deteriora con la represión”, seguro que la tengo, pero ni me corresponde, ni lo quiero, ni puedo hacer nada por evitarlo. Es un factor añadido. Yo actúo en twitter como un ciudadano, de profesión policía, elegido por sus compañero/as para representarlos en un sindicato. Normalmente mis opiniones coinciden en lo que se refiere a asuntos policiales con las de mi organización (por ejemplo, en el asunto de las capuchas), pero si hablo de legalizar las drogas, la prostitución, o hago otro tipo de comentarios de índole política (como mis ideas de izquierda) sería lógico deducir que no son las ideas de mi sindicato, que sobre política no opina y sobre lo otro no tiene adoptada resolución. Quizás el problema sea que la profesión se impone a las ideas, y que todo el mundo que lee a un ciudadano de profesión policía en el subconsciente lo ve con la defensa en la mano y el casco antidisturbios, y espera de mí la misma reacción que si fuese un policía de servicio, y eso no es así.
Lo de la presunta izquierda iba más por el PSOE que por IU, pero en algún caso también se le puede aplicar a esta última. Los políticos tienen la tentación de “darse patadas” unos a otros en el culo de la Policía, y no tienen en cuenta que esos a los que acusan de delitos son trabajadores de la seguridad pública que cada intervención deben exponerla al veredicto de un juez, y que la mínima condena de inhabilitación supone su expulsión del Cuerpo. No hay ningún colectivo en la sociedad que soporte esa presión y que pudiera sobrevivir a ella: ni periodistas, políticos, jueces, fiscales, albañiles…nadie superaría las pruebas de un tribunal para cada actuación mirando con lupa y valorando lo que se ha hecho, en muchas ocasiones en situaciones de mucha presión, teniendo que decidir en un segundo qué haces y cómo lo haces, y valorar la proporcionalidad, el riesgo para ti y otros ciudadanos de tu intervención, las consecuencias, etc. Nuestra crítica a los presuntos de izquierda no es más dura que la que hemos hecho durante años a los del PP (González Pons, Gil Lázaro, Ignacio del Burgo, y ahora al ministro del Interior o director general de la Policía) cuando han utilizado la policía para lanzar andanadas al Gobierno (o a la oposición). El PP lo ha hecho con profusión desde el 11-M, después con el “caso faisán” y con otros más y le invito a leer nuestras circulares o el carné x puntos (página www.sup.es) .
Lo de la presunta izquierda es porque no se puede denunciar en las cortes valencianas con tres jóvenes a policías de haberlos maltratado y robado cuando se ha dejado el gobierno hace dos meses. O no se puede preguntar al gobierno por policías encapuchados cuando esa práctica se ha extendido en las unidades antiterroristas y contra el narcotráfico con el PSOE en el Gobierno. Eso es hipócrita y miserable y busca condenar a un policía para hacer un arañazo a un gobierno. Esto en cuanto al PSOE, y a IU o su organización en Valencia también cabría pedirle mayor ponderación en sus actos porque hacer uso de instituciones púbicas para dar cobertura y una rueda de prensa como la que se dio sin la mínima comprobación es un ataque radical y merece una respuesta como la que le dimos. También ha sido IU quien ha preguntado en el Congreso por el robo de partes médicos a ciudadanos heridos en Valencia que denunció un impostor que se hacía pasar por médico. Una mínima comprobación les hubiese impedido hacer ese ridículo y perder credibilidad a chorros.
Entiendo que cuando intento transmitir firmeza aparezca como agresivo, radical o poco diplomático. Procuro actuar siempre en el mismo registro de la actuación a la que respondo. Hay cosas con las que no se juega, y falsas denuncias que buscan condenas y expulsión de policías para calentar el clima social y atacar al Gobierno que no esperen contar con nuestro silencio cómplice. Lo denunciaremos sistemáticamente. Yo viví otra izquierda, en la que sigo creyendo, no la que quiere pasar a los policías actuales las facturas de los policías de Franco.
El SUP nació en una manifestación en 1976 (diciembre), en demanda de asistencia médica por la Seguridad Social. Es verdad que esa injusticia fue aprovechada por los afines al régimen para convocar un acto ilegal el día después de aprobarse en referéndum la ley para la reforma política. Muchos de los participantes fueron encarcelados y expulsados. Meses después, el movimiento siguió en Sevilla y el 28 de febrero de 1978 se levantó el Acta fundacional en la clandestinidad. El lema durante muchos años fue “Policía civil al servicio del pueblo”, que creo no necesita más explicación. Nos imbuimos del espíritu constitucional, de la transición, organizamos conferencias con Martín Villa y Santiago Carrillo y suscribimos un acuerdo con CCOO siendo presidente Marcelino Camacho. Nuestros principios sindicales se basan en cinco pilares: a) Constitución Española; b) Estatutos del sindicato, cuya declaración de principios es muy explícita; c) Principios básicos de actuación de la ley 2/86; d) Declaración Universal de Derechos Humanos, y e) modelo de policial civil, bien formada, al servicio del ciudadano, apolítica y profesional, jurídicamente protegida, respetuosa y garante del ejercicio de las libertades. Hemos hecho un largo camino para que nadie venga a darnos lecciones, ningún partido político de ninguna ideología, y menos cuando llevamos años denunciando atentados contra los derechos civiles por identificaciones masivas con el gobierno del PSOE y nadie desde la izquierda ha movido un dedo por ello. Que ahora, para erosionar al Gobierno se quiera acusar y buscar la condena de policías que pueden ser expulsados esa es otra forma de actuar desde la izquierda, la que nunca gobernará y a la que los árboles les impide ver el bosque. ¿Han pensado cuántos de los 10 millones de personas identificadas son jóvenes a los podían representar con iniciativas sobre este asunto? Ya llegan tarde; lo hemos hecho desde el SUP defendiendo nuestro modelo de policía y sociedad.
Siento la extensión.
Atentamente
José Manuel Sánchez Fornet