jueves, junio 5

CRÓNICAS GALLEGAS

Ayer 4 de junio viajé a Galicia, al hotel Galicia Palace de Pontevedra, donde se celebraba el congreso federal que entre otras ponencias y resoluciones llevaba en el orden del día el relevo de José Freire López, secretario general los últimos 12 años.

José Freire es un compañero de 62 años que deja la secretaria general de Galicia pero sigue en activo, sindicalmente hablando, como presidente del Comité de Garantías y ahora también con una responsabilidad en los servicios jurídicos del federal gallego, donde ostenta además la presidencia de honor. Freire es el compañero al que fui a buscar cuando a mitad de mi segundo mandato como secretario general (año 1999) pensé en dejar dicha tarea por razones de enfermedad grave en mi familia. Freire me dijo que en Galicia lo que fuera pero que no cruzaba el puerto del Padornelo para abajo. Su negativa y la dificultad de encontrar un relevo de consenso en el sindicato permitió que las cosas cambiaran a mejor y pude seguir en la secretaría hasta el pasado año.

Freire es uno de esos compañeros con los que he asaltado trincheras, metafóricamente hablando, de mandos y políticos poderosos, para defender los derechos de los policías y de la ciudadanía, sabiendo que él siempre iba a estar a la altura de las circunstancias. Ahora le toca, desde el comité de garantías, seguir actuando pero ya en un ámbito nacional, donde sus decisiones repercutirán en toda la organización, y le deseo toda la suerte del mundo en este su último servicio al sindicato.

A José Freire lo ha relevado Roberto González, joven “promesa” pero ya curtido en mil batallas, como por ejemplo, la querella del entonces comisario provincial de Ourense y del fiscal jefe de la Audiencia Provincial, que actuó como abogado acusador del comisario contra Roberto y de la que salió absuelto. Roberto ha llevado la secretaria de acción sindical de Galicia los últimos cuatro años, la secretaría general en Ourense y antes participó en la captación de afiliados de nuevo ingreso en Ávila, hace ya diez años. Roberto González tiene 32 años (33 tenía yo, a unos días de cumplir 34 cuando me eligieron secretario general nacional en Vigo), es una realidad sindical y la esperanza de que el relevo está sólidamente cimentado para los próximos años. Lleva un buen equipo de compañeros/as con ideas, proyectos y ganas de trabajar.

El presidente del congreso era Antonio Pousa, compañero de tarea sindical en Ourense de Roberto González, que lo ha incluido en la comisión ejecutiva federal. Pousa es uno de esos compañeros que notas enseguida cómo piensa y qué hace. Con una amplia trayectoria policial, yo sé que nunca votaremos al mismo partido porque tenemos ideas distintas pero si tuviera que elegir un compañero para ir a un servicio donde pusieras en riesgo tu vida él podría ser uno de los elegidos, porque en sus genes, en su profesionalidad, en su carácter, lleva el compañerismo bien entendido, y si tiene que interponerse entre tú y una bala, un cuchillo o un riesgo potencial para tu vida o integridad física lo haría sin pensar, simplemente porque cree que proteger al compañero/a forma parte de su deber, aunque fuera el primer servicio que hacéis juntos. Los tópicos que asuelan nuestra tierra hablan de los andaluces como vagos, los catalanes tacaños, los maños tozudos o los gallegos indecisos, (eso de que están en medio de la escalera sin saber si suben o bajan) como forma grosera de insultarlos, tópicos todos falsos y que en el caso concreto de Galicia y en mi experiencia con gallegos como Freire, Roberto, Leandro, Diego, Pousa, "Picolo", Luís, Abel, Sandra, Víctor... y tantos otros ha quedado siempre como lo que es: una mentira.

En el acto hubo muchos políticos y sindicalistas, desde el alcalde de Pontevedra al delegado del Gobierno, pasando por el vicepresidente de la Xunta de Galicia o la vicepresidenta de la Comisión de Interior del Congreso, Ana Belén Vázquez (quien antes del acto de clausura se dirigió al plenario tras hacerlo la secretaria general del SUP, Mónica Gracia), y entre los sindicalistas, responsables de la FSC de CCOO y de AUGC.

 La ejecutiva nacional del SUP estuvo allí representada por la secretaria general antes citada, que hizo entrega de la insignia de oro a José Freire, y por el secretario de Acción Sindical, quienes aprovecharon el viaje en coche para hacerse acompañar por  Juan Carlos Bermejo, que forma con Freire y Manuel Soler el Comité de Garantías del SUP. Soler sin duda estaba muy ocupado defendiendo la dignidad de los compañeros ante los múltiples ataques que está recibiendo desde distintos frentes en el comité de Benidorm, siendo como es uno de los policías decentes que puede ir con la cabeza alta ante los meaperros y otras personas que nunca han arriesgado nada en defensa de los demás. Soler ha asaltado muchas trincheras en su trayectoria sindical y tiene “heridas de guerra” por ello en forma de expedientes, traslado de plantilla cuando estaba en Melilla, etc. Es un hombre decente del que podrían aprender mucho quienes quieran regirse por el mundo sindical con la honradez como bandera.

Llegué al hotel a las 5 de la tarde y viajé solo porque nada más concluir el acto de clausura (duró entre las 19 y las 21 horas), ni siquiera me quedé al vino y volví a Madrid (en los viajes por la península que he hecho durante todos los años pasados siempre que era posible volvía a dormir a Madrid), mientras la secretaria general, por obligación protocolaria de su cargo, debía quedarse y estará volviendo hoy con los compañeros citados.

En una asamblea federal anterior Galicia me honró con su insignia de oro, pero en este congreso me esperaba otra sorpresa, un honor si cabe mayor, como fue entregar la insignia de oro a Leandro Díaz, vicesecretario general del sindicato en Galicia y miembro del comité provincial de A Coruña, que es otro de esos compañeros que si el sindicato tuviera sangre, su ADN sería idéntico al que corre por las venas de Leandro.

Ese ADN sindical quedó expuesto en el apoyo dado a compañeros de la Unidad adscrita a la Xunta con sede en A Coruña, donde el número de expedientes disciplinarios es tan elevado que deja en evidencia a los mandos de la misma y a los responsables políticos que lo permiten, y así fue puesto de manifiesto durante el congreso y en el acto de clausura ante las autoridades.

Fueron 12 horas al volante, 1.231 km., 5 horas en el congreso de Galicia y la satisfacción de ver y homenajear a amigos, unos viejos y otros nuevos, pero todos comprometidos con el SUP, su defensa de una policía civil, democrática y al servicio de la ciudadanía, que defiende el respeto a los derechos civiles, profesionales y laborales de los policías y la defensa y protección de los derechos humanos y civiles de todas las personas que residan o se encuentren en el territorio nacional. Gente decente que se une para protegerse y defender sus derechos y los de los demás ante las injusticias y la corrupción.