Ayer 4 de junio viajé
a Galicia, al hotel Galicia Palace de Pontevedra, donde se celebraba el congreso
federal que entre otras ponencias y resoluciones llevaba en el orden del día el
relevo de José Freire López, secretario general los últimos 12 años.
José Freire es un
compañero de 62 años que deja la secretaria general de Galicia pero sigue en
activo, sindicalmente hablando, como presidente del Comité de Garantías y ahora
también con una responsabilidad en los servicios jurídicos del federal gallego,
donde ostenta además la presidencia de honor. Freire es el compañero al que fui
a buscar cuando a mitad de mi segundo mandato como secretario general (año
1999) pensé en dejar dicha tarea por razones de enfermedad grave en mi familia.
Freire me dijo que en Galicia lo que fuera pero que no cruzaba el puerto del Padornelo
para abajo. Su negativa y la dificultad de encontrar un relevo de consenso en
el sindicato permitió que las cosas cambiaran a mejor y pude seguir en la
secretaría hasta el pasado año.
Freire es uno de esos
compañeros con los que he asaltado trincheras, metafóricamente hablando, de
mandos y políticos poderosos, para defender los derechos de los policías y de
la ciudadanía, sabiendo que él siempre iba a estar a la altura de las
circunstancias. Ahora le toca, desde el comité de garantías, seguir actuando
pero ya en un ámbito nacional, donde sus decisiones repercutirán en toda la
organización, y le deseo toda la suerte del mundo en este su último servicio al
sindicato.
A José Freire lo ha
relevado Roberto González, joven “promesa” pero ya curtido en mil
batallas, como por ejemplo, la querella del entonces comisario provincial de
Ourense y del fiscal jefe de la Audiencia Provincial, que actuó como abogado
acusador del comisario contra Roberto y de la que salió absuelto. Roberto ha
llevado la secretaria de acción sindical de Galicia los últimos cuatro años, la
secretaría general en Ourense y antes participó en la captación de afiliados de
nuevo ingreso en Ávila, hace ya diez años. Roberto González tiene 32 años (33
tenía yo, a unos días de cumplir 34 cuando me eligieron secretario general nacional en
Vigo), es una realidad sindical y la esperanza de que el relevo está sólidamente
cimentado para los próximos años. Lleva un buen equipo de compañeros/as con
ideas, proyectos y ganas de trabajar.
El presidente del congreso
era Antonio Pousa, compañero de tarea sindical en Ourense de Roberto González,
que lo ha incluido en la comisión ejecutiva federal. Pousa es uno de esos compañeros
que notas enseguida cómo piensa y qué hace. Con una amplia trayectoria
policial, yo sé que nunca votaremos al mismo partido porque tenemos ideas distintas
pero si tuviera que elegir un compañero para ir a un servicio donde pusieras en
riesgo tu vida él podría ser uno de los elegidos, porque en sus genes, en su
profesionalidad, en su carácter, lleva el compañerismo bien entendido, y si
tiene que interponerse entre tú y una bala, un cuchillo o un riesgo potencial
para tu vida o integridad física lo haría sin pensar, simplemente porque cree que proteger al compañero/a forma parte de su
deber, aunque fuera el primer servicio que hacéis juntos. Los tópicos que
asuelan nuestra tierra hablan de los andaluces como vagos, los catalanes
tacaños, los maños tozudos o los gallegos indecisos, (eso de que están en medio
de la escalera sin saber si suben o bajan) como forma grosera de insultarlos, tópicos
todos falsos y que en el caso concreto de Galicia y en mi experiencia con
gallegos como Freire, Roberto, Leandro, Diego, Pousa, "Picolo", Luís, Abel, Sandra, Víctor... y tantos otros ha quedado
siempre como lo que es: una mentira.
En el acto hubo muchos
políticos y sindicalistas, desde el alcalde de Pontevedra al delegado del
Gobierno, pasando por el vicepresidente de la Xunta de Galicia o la
vicepresidenta de la Comisión de Interior del Congreso, Ana Belén Vázquez (quien
antes del acto de clausura se dirigió al plenario tras hacerlo la secretaria general
del SUP, Mónica Gracia), y entre los sindicalistas, responsables de la FSC de
CCOO y de AUGC.
Llegué al hotel a las
5 de la tarde y viajé solo porque nada más concluir el acto de clausura (duró
entre las 19 y las 21 horas), ni siquiera me quedé al vino y volví a Madrid (en
los viajes por la península que he hecho durante todos los años pasados siempre que era posible volvía a dormir a Madrid), mientras
la secretaria general, por obligación protocolaria de su cargo, debía quedarse
y estará volviendo hoy con los compañeros citados.
En una asamblea
federal anterior Galicia me honró con su insignia de oro, pero en este congreso
me esperaba otra sorpresa, un honor si cabe mayor, como fue entregar la
insignia de oro a Leandro Díaz, vicesecretario general del sindicato en Galicia
y miembro del comité provincial de A Coruña, que es otro de esos compañeros que
si el sindicato tuviera sangre, su ADN sería idéntico al que corre por las
venas de Leandro.
Ese ADN sindical quedó expuesto en el apoyo dado a compañeros de la Unidad adscrita a la Xunta con sede en A Coruña, donde el número de expedientes disciplinarios es tan elevado que deja en evidencia a los mandos de la misma y a los responsables políticos que lo permiten, y así fue puesto de manifiesto durante el congreso y en el acto de clausura ante las autoridades.
Fueron 12 horas al volante, 1.231 km., 5 horas en el congreso de Galicia y la satisfacción de ver y homenajear a amigos, unos viejos y otros nuevos, pero todos comprometidos con el SUP, su defensa de una policía civil, democrática y al servicio de la ciudadanía, que defiende el respeto a los derechos civiles, profesionales y laborales de los policías y la defensa y protección de los derechos humanos y civiles de todas las personas que residan o se encuentren en el territorio nacional. Gente decente que se une para protegerse y defender sus derechos y los de los demás ante las injusticias y la corrupción.
Ese ADN sindical quedó expuesto en el apoyo dado a compañeros de la Unidad adscrita a la Xunta con sede en A Coruña, donde el número de expedientes disciplinarios es tan elevado que deja en evidencia a los mandos de la misma y a los responsables políticos que lo permiten, y así fue puesto de manifiesto durante el congreso y en el acto de clausura ante las autoridades.
Fueron 12 horas al volante, 1.231 km., 5 horas en el congreso de Galicia y la satisfacción de ver y homenajear a amigos, unos viejos y otros nuevos, pero todos comprometidos con el SUP, su defensa de una policía civil, democrática y al servicio de la ciudadanía, que defiende el respeto a los derechos civiles, profesionales y laborales de los policías y la defensa y protección de los derechos humanos y civiles de todas las personas que residan o se encuentren en el territorio nacional. Gente decente que se une para protegerse y defender sus derechos y los de los demás ante las injusticias y la corrupción.