viernes, abril 8

SOCIEDAD Y DEMOCRACIA

El 30 de mayo de 2003 los policías nacionales Julián Embid Luna y Bonifacio Martín Hernando morían asesinados con una bomba lapa colocada en el coche que utilizaban. En la mañana del día 31, al llegar a la catedral de Pamplona, el presidente del Gobierno, Aznar, y el ministro de Interior, Ángel Acebes, fueron aplaudidos y Zapatero y Llamazares, abucheados. 

Hacia poco tiempo que Aznar había liberado a cientos de presos de ETA, a la que había llamado "movimiento de liberación Nacional", el secretario de Estado de Seguridad, Martí Fluxá, había dicho que en el final de ETA "no habría ni vencedores ni vencidos", y uno de los terroristas de ETA liberados, Unai Bilbao Solaetxe, asesinó dos años después, en 2002, al concejal del PSE-PSOE Juan Priedes. Pero Aznar y Acebes fueron aplaudidos y los líderes de la oposición, de izquierda, abucheados. Abran los siguientes enlaces:



Cuando Aznar decidió esa política mi sindicato decidió apoyarla desde la idea de fortalecer al Gobierno de España frente a los terroristas. En dos revistas, de las que se difundieron más de 10.000 ejemplares de cada una, se expuso el apoyo al Gobierno para que acabara con ETA aplicando la ley y no hubo ni una sola crítica, ni un comentario, ni esa decisión pareció extrañar a nadie. 

En ese tiempo ETA asesinó a la familia Jiménez-Becerril en Sevilla. En el acto de recuerdo organizado con motivo del segundo aniversario de su asesinato celebrado el 30-1-2000 (asesinados en 1998), en el Diario de Sevilla Mayor Oreja realizó declaraciones a favor del diálogo con ETA sin que nadie, ni partido político ni familiares, dijeran nada al respecto. Pocos años después la hermana del asesinado y ya eurodiputada, Teresa Jiménez-Becerril, llamaba cómplice de los asesinos a Zapatero por decir bastante menos. Gobernaba su partido, el que la hizo eurodiputada, cuando asesinaron a su familia.

Si ni cuando se apoyó al gobierno del PP para que lograra el fin de ETA, ni cuando se excarcelaron a terroristas, ni cuando alguno de estos volvió a matar, ni policías, guardias civiles, asociaciones de víctimas del terrorismo, partidos políticos, sindicatos, obispos, nadie reaccionó, si mientras ocurría todo eso se recibía a los miembros del Gobierno, responsables de la lucha contra ETA, con aplausos y a los miembros de la oposición de izquierda con silbidos, no parece que haya que ser sociólogo para entender qué pasa en la sociedad española. 

Cuando todo el parlamento aprobó en 2005 una propuesta del gobierno socialista que exigía el fin de la lucha armada para gestionar el final de ETA, la derecha sociológica y franquista que anida en el PP y en parte de la sociedad española desató todos sus recursos, y quienes estuvimos de acuerdo con aquella resolución parlamentaria, la más dura de las ocho que se han hecho contra ETA con diferencia, aplicando el mismo criterio de cinco años antes con el Gobierno del PP, pasamos de ser policías sindicalistas responsables a ser amigos de ETA. Más de mil afiliados perdió el sindicato que yo representaba entonces por ese ejercicio de coherencia contra la sociedad cainita y sectaria que aglutina a la derecha más reaccionaria en la que se encuadran la mayoría de miembros de algunos cuerpos del Estado.

Ahora, esa misma sociedad, esa parte de la sociedad que es extremadamente sectaria y fanática está haciendo también la misma política irracional y de exterminio del rival político, que pasa a ser el enemigo, sin conceder la mínima posibilidad al sentido común desde la racionalidad y la confrontación de ideas y pasando a la criminalización del que piensa distinto.

Hoy el enemigo de esta España sociológica es Podemos. Y comete errores, y yo no comparto su pretensión de un referéndum en Cataluña porque creo que abre una posibilidad legal hoy no contemplada que puede arrastrar a que la península ibérica sean los futuros balcanes de Europa. La legalidad española e internacional son claras respecto a las condiciones de territorios que puedan querer constituirse en Estado-nación, y ni Cataluña ni ningún otro territorio en España fue una nación o Estado antes de existir España como Estado-nación. Lo que no me cabe duda es que lo que pretenden en Podemos con el referéndum no es romper España sino resolver un problema y que se mantenga el Estado-nación que somos, más descentralizado, con independencia de que yo no crea que ese sea el camino acertado. La discrepancia política no me hace señalarlos como enemigo de esa España de pensamiento único que hemos heredado.

Vale la pena ver el nivel de manipulación mundial a que se llega cuando se señala a alguien como enemigo, en este caso el Gobierno de Venezuela, en el siguiente enlace:

http://www.elmundo.es/f5/2016/04/07/5706b22846163f895e8b4573.html

Una nueva razón para la crítica se produce a raíz de la intervención de Pablo Iglesias hace unos días en El Hormiguero, de A3, en el que además de recalcar la condición de asesinos de los miembros de ETA (aplaudido) se manifestó a favor del acercamiento de presos de ETA a su territorio porque sus familiares no son responsables de sus delitos (silencio en el plató). Yo creo que colegir de eso que es amigo de los terroristas es una barbaridad propia de la sociedad en la que vivimos. Mi opinión es que los familiares de ETA han sido utilizados durante mucho tiempo por la banda terrorista como apoyo para sus fines, y que la dispersión fue un elemento positivo de la lucha contra la banda, pues hasta entonces vivían en la cárcel como en comunas, separados de los presos comunes y ordenando desde allí asesinatos. Acaba de morir quien siendo director general de prisiones puso en marcha la estrategia de dispersión, Antoni Asunción, que fue ministro de Interior solo cinco meses pero prometía convertirse en el mejor de la democracia. Esa medida ha salvado vidas.

Por razones elementales yo pienso más en los familiares de los muertos que en los de los terroristas, y mientras ETA no se rinda y entregue las armas que quedan en su poder, ni me plantearía acercar sus presos, porque sus familiares sufren pero quienes más han sufrido y sufrirán más si se adopta esa medida son las familias de las víctimas que por mucho desplazamiento que hagan nunca podrán volver a verlas.  

Nuestra sociedad está radicalizada, enferma, muy volcada a la derecha más rancia, incapaz de debatir políticamente y manifestar discrepancia sin descalificación, y su contraparte está en los independentismos. Hay ciudadanos que me preguntan porqué insisto tanto en los derechos civiles de las personas si a ellos no les molesta que la Policía los identifique una o 100 veces. Y ese es el problema, no hemos aprendido a ser ciudadanía y aceptamos, una parte importante de la sociedad, el papel de súbditos. Cuando llegó la revolución rusa que acabó con los zares dicen que a algunos campesinos hubo que obligarles a que entendieran que la tierra era de su propiedad. Tal vez en España sean precisas campañas de concienciación de nuestros derechos para que ante un presidente del Gobierno o un ministro mentiroso, sea del partido que sea, las calles se llenen de manifestantes exigiendo su dimisión, como ha pasado hace unos días en Islandia al conocerse la empresa Off Shore de su presidente en Panamá.

Pero los vientos de la historia no soplan en esa dirección porque con mayor razón, las calles de todos los países de la UE deberían haberse llenado de manifestantes exigiendo un trato digno a los refugiados; la indiferencia manifestada ante ese drama humanitario está dejando en evidencia que la Europa tolerante, solidaria y acogedora que se quiso construir terminada la Segunda Guerra Mundial ha fracasado definitivamente.