domingo, junio 19

CRIMEN POLÍTICO CONTRA CUATRO FAMILIAS

Ayer recordé el día de junio del año 1990 en que estuve en la prisión militar de Figueres, acompañando a su esposa y su hijo de siete años, visitando al Cabo 1º de la Guardia Civil José María Baz Bonilla, encarcelado por ser, según sus acusadores, el secretario general del SUGC (Sindicato Unificado de la Guardia Civil).

Allí estaba también encarcelado el teniente coronel Tejero, cumpliendo condena por su intento de golpe de Estado, y otros tres guardias civiles, Ruíz Fernández, detenido con Baz Bonilla el 22 de mayo en Tarragona, y Rubio Rodríguez y Fuentes Mendoza, detenidos días después a raíz de la documentación incautada en el domicilio de los anteriores. Esperaron a llevar a cabo las detenciones tras meses de seguimientos a que el Gobierno de Felipe González y José Luis Corcuera hubiesen cambiado el reglamento disciplinario y estableciera la expulsión de la Guardia Civil a quienes fomentaran el sindicalismo en su seno. Las detenciones fueron practicadas por miembros del instituto armado especializados en la lucha contra el terrorismo.

En agosto del pasado año escribía de esto aquí y adjuntaba un enlace de la noticia de las detenciones.


Ayer estuve concentrado con unos cientos de amigos y compañeros ante la comandancia de la Guardia Civil de Cádiz. Saludé a Alberto Moya, secretario general de AUGC; a Juan Antonio Delgado, exportavoz de dicha asociación y diputado de Podemos por Cádiz; a José Cabrera, secretario de organización nacional, y a otros varios responsables del sindicato AUGC (sí, para mi, sindicato), de Sevilla, Málaga y otras plantillas, y presencié un acto de apoyo a cuatro familias por parte de sus compañero/as de los que dejan huella. 
La convocatoria fue realizada por la Asociación Pro-Derechos Humanos de Cádiz y dos esposas de los guardias civiles condenados con traslado y cambio de residencia hicieron uso de la palabra provocando lágrimas de rabia e impotencia entre alguno/as de los asistentes. 
Se condena al destierro a cuatro guardias civiles y a sus familias, después de tener su destino, vivienda, familia y vida organizada en Cádiz desde hace muchos años, solo por el hecho de haber declarado como testigos diciendo la verdad, en un juicio por denuncia de AUGC contra dos mandos de dos puestos de la provincia, que usaban el despotismo habitual en esos mandos cerriles e ignorantes de principios del siglo pasado y que algunos siguen practicando hoy.
Por esa declaración fueron expedientados y el resultado es que los destierran, como hacia Franco con los rojos, obligándoles a pedir plazas que próximamente se convocaran en cualquier plantilla lejos de donde tienen su vivienda y sus familias, con hijos en esa edad en la que se tienen amigos y para los que el traslado supone una condena agravada.
Pero nada de eso les importa a los generales que apoyan a mandos xenófobos y racistas en esta mascarada corrupta de democracia, porque ellos siguen acumulando fajines, medallas de hojalata inmerecidas y dinero en los bolsillos, envueltos en un hipócrita servicio a la patria que para ellos es su despensa y su poder.
Pero no solo son culpables los generales, que pronto serán más que los guardias si continúan incrementando su número, que les llevará a que haya más generales en la Guardia Civil que en el ejército americano con un millón de soldados, porque también los responsables políticos lo son de este crimen social, profesional y familiar. Desde el director general de la Guardia Civil, ese que en su juventud vestía camisa azul y salía con cadenas a la calle a "disciplinar" a los rojos, el ministro de Interior, que debe creer que con rezar cinco veces al día tiene la conciencia limpia cuando debe estar negra como el carbón, o el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, máximo responsable de esto por su omisión. Ninguno de ellos tendría la dignidad de aguantar la mirada de estos compañeros o sus esposas y menos, de poder explicar a sus hijos porqué deben irse de su tierra, de su hogar, a un destino desconocido a empezar de cero. Con estas familias viajará la dignidad y la justicia y se queda con Rajoy, Fernández Díaz y los generales la mancha de la ignominia cobarde de los traidores a los valores que dicen defender.
Ayer escuché apelaciones a la Guardia Civil como institución que no merece ese Cuerpo en un acto como este. En mi vida sindical he defendido a muchos policías del intento de aplastamiento profesional sobre ellos del propio Cuerpo, de algunos mandos que ejercían su poder sin escrúpulos morales sobre sus subordinados, y eso mismo pasa, ampliado, en la Guardia Civil. Desde hace años muchos trabajadores de la Policía y la Guardia Civil se identifican tanto con su empresa en un corporativismo irracional, que ni siquiera cuando ese mismo Cuerpo intenta destruirlos, expulsarlos, acabar con ellos profesionalmente por el capricho de un mando son capaces de entender que solo cambiando los cimientos de dichos Cuerpos y ampliando los derechos y la democracia se podrán evitar en el futuro acciones tan brutales como la que han llevado a cabo en Cádiz contra cuatro familias. 

https://youtu.be/j8dnEGs1reI









ACTO DE AYER EN CÁDIZ. En las fotos de arriba, una vista de la concentración de ayer;  Alberto Moya, secretario general de AUGC, con José López Gonzalez, el primer policía que en 1976 planteó crear un sindicato en la Policía, el nº 1 de los 5 fundadores. En la siguiente foto, de izquierda a derecha, Manuel Soler, histórico dirigente del SUP desde la clandestinidad (hoy en otro sindicato), yo, José López González, Juan Antonio Delgado, guardia civil y diputado de Podemos, Antonio López, conocido como "el sexto hombre", por ser el primero que se afilió tras los cinco fundadores, y José Tejero, otro histórico del movimiento sindical en la Policía que ha escrito en fechas recientes el libro "Memoria de una lucha clandestina", que recoge los acontecimientos desarrollados en Sevilla entre 1976 y 1985 en la clandestinidad. Soler, Tejero y yo miembros de la Junta directiva del OCC, Observatorio de la Ciudadanía Contra la Corrupción que es en definitiva contra lo que se protestaba ayer, un gran acto de corrupción de los generales de la Guardia Civil con el respaldo de los políticos del Ministerio y el Gobierno.  En la última foto con un amigo decente y gran luchador, Alberto Moya.

SEÑORES GENERALES, SEÑORES POLÍTICOS DEL PP Y DEL PSOE, 
LA LUCHA NO HA TERMINADO.