Hubo un tiempo en este país y en
esta policía, un tiempo que llegó mucho más allá del comienzo de la democracia,
en el que a los policías demócratas, los que querían una policía civil, bien
formada, al servicio de la ley y de la gente y no de los caprichos de los
caimanes procedentes del franquismo se les decía de todo: terroristas,
enemigos de España, comunistas, traidores a la Policía y a la Patria, malos
profesionales… y todo ello se resumía en las conversaciones de los policías
franquistas, los meaperros de cualquier época, en lo que para sus lúcidas
mentes era la mayor descalificación que cabía hacerle a alguien: rojo y
maricón.
Por ese razonamiento se llegó a mostrar una fotografía en un gran
diario venido a menos, a mediados de los 80, de un sindicalista del antiguo
Cuerpo Superior de Policía, Modesto García, en el balcón de un hotel en Francia
con un texto que provocaba equívocos sobre si era un "macho patriota" o un "rojo
maricón", simplemente porque él, desde el sindicato USP, se oponía a los
designios de Barrionuevo y la cúpula policial del GAL y los fondos reservados
en la ley de unificación con los recortes de derechos que finalmente se
consagraron, cúpula que no fue ajena a esa noticia. También se veían
fotografías de estos policías demócratas como Modesto García, José Manuel
Sánchez García (q.e.p.d.) o José Antonio Rodríguez en los tablones policiales de
muchas dependencias, señalados como dianas por policías que querían poder
seguir con las torturas y otras prácticas aberrantes y terroristas impunemente.
Eran los policías que el 23-F, del que hoy se celebra su 35 aniversario, hubiesen
celebrado el triunfo de los golpistas. Algunos de ellos más jóvenes siguen hoy entre
nosotros.
Durante mis años de actividad
sindical y en especial durante los más de 20 años de secretario general del
sindicato mayoritario he sido objeto de todo tipo de descalificaciones que
siempre entendí como el recurso de los que defienden algún privilegio contra el
interés general, o de un modelo de policía y de sociedad jerarquizado con pocos
derechos para ellos como policías y menos para la ciudadanía. De momento he de
reconocer que van ganando la partida por goleada pero el partido no ha
concluido. Comentar en esta policía que hay países donde los policías eligen a
sus jefes parece un cuento chino, o decir que los policías en otros países no
pueden identificar a un ciudadano a su capricho porque vulneran sus derechos
civiles, cuando aquí se hacen millones de identificaciones ilegales cada año puede parecer increíble, pero ocurre en democracias donde el ciudadano es el
centro de la actividad policial y no un individuo sin derechos al que
identificar para sumar estadísticas de falsa eficacia.
Un policía tiene un uniforme y el
carácter de agente de la autoridad para cumplir la ley y aplicar unos principios
básicos de actuación al servicio del Estado, obedeciendo órdenes de aquellas
personas a las que la ciudadanía ha elegido. Eso no parece estar muy claro
cuando por manifestar simpatías por un partido político concreto tus compañeros
te acusan de Judas, traidor, amigo de terroristas etc. en un evidente sesgo
ideológico nada policial de esos malos profesionales de la Policía, los policías
del 23F.
Desde hace unas semanas respecto
a mí circula, otra vez, el bulo de que voy a estar en un partido político o que
voy a aceptar una embajada (que me han ofrecido, sí, hace algún tiempo y no
acepté), y hay quienes lo creen dejando en evidencia la facilidad con la que
pueden ser manipulados. Pero como eso ya lo han repetido muchas veces y no da
resultado, como lo de amigo de terroristas (habiendo aparecido cuatro veces
como objetivo de ETA) o vividor, tampoco (secretario general 20 años, ni un
ascenso ni un cambio de destino, 11 expedientes, 50 querellas, una vivienda
abonada de la dieta personal de manutención pero puesta en propiedad al sindicato
–acompañado por José Tejero y José Robledo-), se ven obligados a inventar bulos
nuevos. Ahora además de lo anterior en determinados ámbitos circula la especie
de que estoy en una unidad ultrasecreta, donde sitúan también al famoso
comisario Villarejo (unidad que hasta donde yo sé no existe), y otros me
colocan trabajando en la Comisaría General de Información a las órdenes de un
comisario conocido con el apodo de “El Gordo” (un amigo con el que no me
importaría nada trabajar, por cierto), y hasta me llaman y felicitan por asumir
determinado cargo político en algún ayuntamiento como predican con tanto convencimiento los voceros que algunos amigos lo acaban creyendo.
La verdad es que estoy provisionalmente
en una unidad cómoda, de gestión, y que mi destino es la comisaría local de Dos
Hermanas; la verdad es que el cometido que tengo asignado son tareas para mí
de fácil desempeño, y que es compatible con la actividad del Observatorio de la
Ciudadanía Contra la Corrupción (OCC) que se lleva la mayor parte de mi tiempo
hoy.
Y es cierto que tanto a mí personalmente como al OCC nos llegan muchas
denuncias de todo tipo que canalizamos convenientemente a los órganos pertinentes, sea
fiscalía, Hacienda, delegaciones del Gobierno, Policía o Guardia Civil, y que
no hago ahora en esa tramitación nada distinto que no hiciera durante mis años
de dirigente sindical en cuanto a trasladar a esos ámbitos o a los mandos oportunos
cualquier noticia o indicio que tuve de comportamientos corruptos de cualquier
persona o de delincuentes de uniforme. Quizás porque en los últimos meses el
OCC ha recibido un volumen de información importante respecto a organización,
captación, movimientos y finanzas de terrorismo islamista, que hemos remitido a
la comisaría general correspondiente, o que hemos recibido denuncias de importantes
redes de pederastia con ramificación en distintos países que hemos
canalizado a la unidad de policía judicial, se haya podido producir alguna
filtración y algunos hayan echado a volar su imaginación.
Esas informaciones que nos llegan
sobre asuntos de interés como terrorismo o pederastia podíamos cursarlas
registrando minutas para luego reclamar una recompensa por la “colaboración”, pero
como hay que predicar con el ejemplo y la actividad del OCC la ejercitamos en
nuestro tiempo libre y como ciudadanos, nosotros lo remitimos directamente sin
preocuparnos si por nuestras informaciones alguien se lleva después alguna
medalla. Así que, señores y sindicatos desocupados y que actúan desde la difamación y la
infamia: ni embajada, ni cargo político, ni trabajo en ninguna unidad secreta,
ni historias de 007 para no dormir; policía de la escala básica en activo, con
edad para pasar a segunda actividad cuando me dé la gana, que sigue defendiendo
hoy lo que siempre y que lo hace a través del OCC, donde tengo la suerte de
coincidir con un grupo de personas, policías, guardias civiles y ciudadanos de
otras profesiones, con los que se puede ir con la cabeza alta a cualquier
parte. Trabajamos altruístamente por un país y una sociedad más decente y a los
corruptos parece que les molesta.