martes, febrero 23

ROJO, MARICÓN, POLICÍAS Y 23F

Hubo un tiempo en este país y en esta policía, un tiempo que llegó mucho más allá del comienzo de la democracia, en el que a los policías demócratas, los que querían una policía civil, bien formada, al servicio de la ley y de la gente y no de los caprichos de los caimanes procedentes del franquismo se les decía de todo: terroristas, enemigos de España, comunistas, traidores a la Policía y a la Patria, malos profesionales… y todo ello se resumía en las conversaciones de los policías franquistas, los meaperros de cualquier época, en lo que para sus lúcidas mentes era la mayor descalificación que cabía hacerle a alguien: rojo y maricón.

Por ese razonamiento se llegó a mostrar una fotografía en un gran diario venido a menos, a mediados de los 80, de un sindicalista del antiguo Cuerpo Superior de Policía, Modesto García, en el balcón de un hotel en Francia con un texto que provocaba equívocos sobre si era un "macho patriota" o un "rojo maricón", simplemente porque él, desde el sindicato USP, se oponía a los designios de Barrionuevo y la cúpula policial del GAL y los fondos reservados en la ley de unificación con los recortes de derechos que finalmente se consagraron, cúpula que no fue ajena a esa noticia. También se veían fotografías de estos policías demócratas como Modesto García, José Manuel Sánchez García (q.e.p.d.) o José Antonio Rodríguez en los tablones policiales de muchas dependencias, señalados como dianas por policías que querían poder seguir con las torturas y otras prácticas aberrantes y terroristas impunemente. Eran los policías que el 23-F, del que hoy se celebra su 35 aniversario, hubiesen celebrado el triunfo de los golpistas. Algunos de ellos más jóvenes siguen hoy entre nosotros.

Durante mis años de actividad sindical y en especial durante los más de 20 años de secretario general del sindicato mayoritario he sido objeto de todo tipo de descalificaciones que siempre entendí como el recurso de los que defienden algún privilegio contra el interés general, o de un modelo de policía y de sociedad jerarquizado con pocos derechos para ellos como policías y menos para la ciudadanía. De momento he de reconocer que van ganando la partida por goleada pero el partido no ha concluido. Comentar en esta policía que hay países donde los policías eligen a sus jefes parece un cuento chino, o decir que los policías en otros países no pueden identificar a un ciudadano a su capricho porque vulneran sus derechos civiles, cuando aquí se hacen millones de identificaciones ilegales cada año puede parecer increíble, pero ocurre en democracias donde el ciudadano es el centro de la actividad policial y no un individuo sin derechos al que identificar para sumar estadísticas de falsa eficacia.

Un policía tiene un uniforme y el carácter de agente de la autoridad para cumplir la ley y aplicar unos principios básicos de actuación al servicio del Estado, obedeciendo órdenes de aquellas personas a las que la ciudadanía ha elegido. Eso no parece estar muy claro cuando por manifestar simpatías por un partido político concreto tus compañeros te acusan de Judas, traidor, amigo de terroristas etc. en un evidente sesgo ideológico nada policial de esos malos profesionales de la Policía, los policías del 23F.

Desde hace unas semanas respecto a mí circula, otra vez, el bulo de que voy a estar en un partido político o que voy a aceptar una embajada (que me han ofrecido, sí, hace algún tiempo y no acepté), y hay quienes lo creen dejando en evidencia la facilidad con la que pueden ser manipulados. Pero como eso ya lo han repetido muchas veces y no da resultado, como lo de amigo de terroristas (habiendo aparecido cuatro veces como objetivo de ETA) o vividor, tampoco (secretario general 20 años, ni un ascenso ni un cambio de destino, 11 expedientes, 50 querellas, una vivienda abonada de la dieta personal de manutención pero puesta en propiedad al sindicato –acompañado por José Tejero y José Robledo-), se ven obligados a inventar bulos nuevos. Ahora además de lo anterior en determinados ámbitos circula la especie de que estoy en una unidad ultrasecreta, donde sitúan también al famoso comisario Villarejo (unidad que hasta donde yo sé no existe), y otros me colocan trabajando en la Comisaría General de Información a las órdenes de un comisario conocido con el apodo de “El Gordo” (un amigo con el que no me importaría nada trabajar, por cierto), y hasta me llaman y felicitan por asumir determinado cargo político en algún ayuntamiento como predican con tanto convencimiento los voceros que algunos amigos lo acaban creyendo.

La verdad es que estoy provisionalmente en una unidad cómoda, de gestión, y que mi destino es la comisaría local de Dos Hermanas; la verdad es que el cometido que tengo asignado son tareas para mí de fácil desempeño, y que es compatible con la actividad del Observatorio de la Ciudadanía Contra la Corrupción (OCC) que se lleva la mayor parte de mi tiempo hoy. 

Y es cierto que tanto a mí personalmente como al OCC nos llegan muchas denuncias de todo tipo que canalizamos convenientemente a los órganos pertinentes, sea fiscalía, Hacienda, delegaciones del Gobierno, Policía o Guardia Civil, y que no hago ahora en esa tramitación nada distinto que no hiciera durante mis años de dirigente sindical en cuanto a trasladar a esos ámbitos o a los mandos oportunos cualquier noticia o indicio que tuve de comportamientos corruptos de cualquier persona o de delincuentes de uniforme. Quizás porque en los últimos meses el OCC ha recibido un volumen de información importante respecto a organización, captación, movimientos y finanzas de terrorismo islamista, que hemos remitido a la comisaría general correspondiente, o que hemos recibido denuncias de importantes redes de pederastia con ramificación en distintos países que hemos canalizado a la unidad de policía judicial, se haya podido producir alguna filtración y algunos hayan echado a volar su imaginación.


Esas informaciones que nos llegan sobre asuntos de interés como terrorismo o pederastia podíamos cursarlas registrando minutas para luego reclamar una recompensa por la “colaboración”, pero como hay que predicar con el ejemplo y la actividad del OCC la ejercitamos en nuestro tiempo libre y como ciudadanos, nosotros lo remitimos directamente sin preocuparnos si por nuestras informaciones alguien se lleva después alguna medalla. Así que, señores y sindicatos desocupados y que actúan desde la difamación y la infamia: ni embajada, ni cargo político, ni trabajo en ninguna unidad secreta, ni historias de 007 para no dormir; policía de la escala básica en activo, con edad para pasar a segunda actividad cuando me dé la gana, que sigue defendiendo hoy lo que siempre y que lo hace a través del OCC, donde tengo la suerte de coincidir con un grupo de personas, policías, guardias civiles y ciudadanos de otras profesiones, con los que se puede ir con la cabeza alta a cualquier parte. Trabajamos altruístamente por un país y una sociedad más decente y a los corruptos parece que les molesta.