sábado, febrero 18

TRES INTENSOS DÍAS EN TWITTER


LA POLICÍA AL SERVICIO DEL PUEBLO


Los que hablan en nombre del pueblo.

De todos los comentarios que me han dirigido desde el pasado jueves hasta hoy lo de "la policía está para servir al pueblo", como rechazo a nuestra actuación ante los alumnos del Instituto Lluís Vives de Valencia es lo que más me ha llamado la atención y por eso lo utilizo como título de esta reflexión.

Han sido muchas las personas que han utilizado esta argumentación como rechazo a nuestra actuación sin percatarse de que esta frase tiene que llevarse a la práctica de alguna manera, articularse de alguna forma, y que no es la Policía quien debe, (ni, puede, ni quiere) decidir en cada momento qué tiene que hacer para, siguiendo el criterio subjetivo de cada mando o cada policía en cada situación concreta, decidir si se pone de parte del "pueblo", que lógicamente según la versión de quienes utilizan esta frase siempre será a favor de quienes con toda, parte o ninguna razón decidan cortar al tráfico una calle, por citar un ejemplo. El hecho de que los alumnos del Instituto valenciano tengan toda la razón para protestar no añade ni resta nada a la actuación policial, porque ese malestar se puede organizar legalmente para hacer lo mismo, pero cumpliendo las normas. En esto la culpa quizás sea más de algún/os profesores que de los alumnos, que han sido utilizados o dirigidos pensando que al ser menores eso les daba impunidad y que se podía cortar la calle sin que la policía fuera a actuar. Error de unos y otros.

La Policía, en esta y en todas las democracias, actúa siempre siguiendo órdenes de los responsables políticos que han sido legitimados por los ciudadanos en las urnas con su voto. También (en los casos de desahucios y en otros) cumpliendo órdenes judiciales, cuyo incumplimiento (lo digo para esos que piden siempre que la policía se ponga del lado del débil) puede acarrear una denuncia penal, condena y expulsión de la Policía. Desde el burladero, desde la demagogia, desde la ignorancia y el desconocimiento, se puede pensar que el que un policía se niegue a cumplir una orden legítima (otra cosa es la obediencia debida, que desapareció y que no existe, que significa no cumplir una orden de hacer algo ilegal) es gratis, pero no es así. Exigir a un policía que pierda su trabajo por solidaridad con alguien es una pamplina de tal tamaño que no insistiré más en el asunto. Y todo aquel que lo plantee deberá explicarme dónde trabaja, qué hace y cuántas veces ha sido despedido en solidaridad con alguna persona. Hipocresía y cinismo, el justo y necesario.

La Policía está al servicio del pueblo. ¿Cómo se traduce esto en la práctica diaria? Pues precisamente en que obedece las órdenes de los delegados y subdelegados del Gobierno, de sus mandos naturales, y estos a su vez de los responsables políticos que los españoles hemos elegido. No hay otra forma conocida mejor de que la Policía actúe, salvo en esos países no democráticos o con democracias muy poco consolidadas donde los ciudadanos casi temen más a un policía que un delincuente. Ya sé que por este párrafo alguien dirá “aquí también” pensando en esos choques que se producen en las calles, pero eso no deja de ser fruto de la supina ignorancia o la estrechez de miras.

Cuando alguien pide a la Policía que “se ponga de parte del pueblo” si se corta una calle, se está refiriendo siempre a que se ponga a favor de los que cortan la calle, pero no de otros, también pueblo, que quieren circular para ir a la compra, al médico o porque les da la gana y tienen derecho a hacerlo. Son esas personas que creen que ellos, sus ideas y sus actuaciones siempre representan al pueblo aunque nadie los ha elegido para ello, y en cambio, quienes si han sido elegidos y dirigen a la Policía esos son/somos unos bellacos inmorales que actuamos contra los ciudadanos, simplemente porque en ese caso concreto hay que actuar contra sus intereses. Niego la mayor. Al pueblo lo representan los políticos que hemos elegido y a los trabajadores los sindicatos a los que se votan, no cualquiera por un tuit o desde una organización a la que nunca se ha medido por métodos empíricos cuántos apoyan.

Acabo este apartado señalando, reiterando, que la mejor, la única forma en que la Policía puede ser útil, eficaz, y servir a los ciudadanos es siendo disciplinada y cumpliendo las órdenes que emanan de los responsables políticos, a quienes pone o quita el pueblo cuando vota.  No conozco otra forma de organización social mejor y quien la tenga, quien sepa dónde ha existido o existe, que la diga. Pero no valen teorías fantásticas improbadas, el reino del “todos buenos, sociedad igualitaria en plena libertad y sin problemas” porque eso no existe.

Actuaciones policiales y defensa corporativa.
La Policía es tan corporativa (o quizás más) que otras profesiones, pero también tenemos mecanismos internos de depuración de nuestras responsabilidades, como un régimen disciplinario que impone más sanciones a 68.000 miembros que las que se imponen a 2.50.000 funcionarios, o una unidad de Asuntos Internos, (por más que precise un cambio radical por su ineficacia y manipulación) que denunciamos porque no cumple su fin pero que existe, y bien podrían los responsables políticos reorganizarla para que cumpla su cometido.
El SUP es el sindicato pionero en la Policía española. Su origen se remonta a una manifestación celebrada el 17 de diciembre de 1976 reclamando derecho a la asistencia médica en la seguridad social porque la atención en la sanidad militar estaba jerarquizada, y se atendía antes al de mayor graduación y a su familia que al de inferior, aunque este fuera una enfermedad más grave, urgente o estuviese antes en la consulta. Muchos policías fueron encarcelados y otros expulsados por este acto. El 28 de febrero de 1978 se levantó el Acta fundacional por 5 policías en Sevilla, siendo un cuerpo militar y pudiendo ser sancionados con expulsión o cárcel los firmantes, y el 21 de noviembre de 1984 fue legalizado. Durante la clandestinidad y primeros años de legalización el slogan del sindicato fue “policía civil al servicio del pueblo”, que sigue inspirando los estatutos actuales con el lema “ciudadanos seguros policías con derechos”. En la Declaración de principios nos mostramos solidarios con la clase trabajadora y sus sindicatos, y promulgamos como valores y principios de actuación el respeto y defensa de la Constitución Española, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de los principios básicos de actuación de la ley 2/86 (que recoge varios de las normas anteriores). Defendemos una policía civil, bien formada, con protocolos de actuación que garanticen el respeto a los derechos de los ciudadanos y protejan a los policías y un escrupuloso respeto a los derechos civiles, políticos, humanos y de toda índole de los ciudadanos. Así está recogido en los Estatutos. Somos miembros desde 1989 de la Confederación Europea de Sindicatos de Policía (EuroCOP) que exige compromiso con la defensa de los valores democráticos y agrupa a más de 500.000 policías europeos.
Pero las declaraciones hay que llevarlas a la práctica y no siempre es fácil. Por no hacer muy extenso este escrito me remitiré a los últimos dos años, en los que hemos defendido los derechos de los policías, como es natural y nuestra obligación, y además, trasladando a la práctica el compromiso de incardinar nuestra actuación como servicio público a los ciudadanos, hemos planteado duras críticas a los Centros de Internamiento de Extranjeros, tanto por las condiciones de insalubridad y falta de control de los mismos como por el tiempo de permanencia en ellos, o hemos denunciado al fiscal general del Estado, grupos parlamentarios (todos), Consejo General del Poder judicial, Defensor del Pueblo y Ministerio del Interior, la política de identificaciones indiscriminadas, abusivas e ilegales aplicadas desde hace años contra los ciudadanos. Nadie ha respondido a esas denuncias y hasta dos sindicatos (tras varios años de debate conseguimos, en enero de 2009, que todos suscribieran nuestras denuncias) cambiaron de criterio el pasado año y en contra de lo que habían firmado vertieron graves y falsas acusaciones contra nosotros en las elecciones sindicales (que ganamos, en coalición con otra fuerza sindical –UFP-,derrotando a la que formaron estas dos organizaciones –SPP y CEP- antes referidas). Sería muy largo de exponer aquí nuestra visión jurídica del asunto, pero está respaldada por sentencias del Tribunal Supremo. La política de “palotes” o justificación estadística, que lleva a la identificación de más de 10 millones de personas es una barbaridad que comenzó con la aprobación de la ley 1/92, conocida como “Ley Corcuera”, a la que fuimos el único sindicato policial que se opuso. En Madrid, un policía que identifica en un mes a 600 ciudadanos es felicitado mientras nosotros pedimos que sea sometido a examen psicológico porque debe tener un problema, como esos soldados que cuando acaban la guerra ven enemigos en todas partes. Son casi 5 identificados en cada hora de servicio. Estas denuncias son aceptadas por unos policías y rechazadas por otros, y en estrategia corporativa  pura y dura (como hacen otros) no deberían hacerse porque restan más que suman, pero ese es el compromiso del sindicato y seguimos cumpliéndolo. Una de las cosas que nos diferencia de otras organizaciones es la referencia al impacto de nuestro trabajo en los derechos de los ciudadanos, tener en cuenta que no podemos ignorar que somos un servicio público y que por encima de toda consideración está respetar esos derechos inherentes al ser humano que deben presidir nuestra tarea. Por eso exigimos protocolos de actuación, para impedir que nadie se sienta impulsado y felicitado por hacer 600 identificaciones en un mes, para que millones de personas no sean identificadas innecesariamente, y para que los policías sepan cuándo, cómo y porqué identificar sin riesgo para su seguridad jurídica.
El pasado año, con motivo de incidentes en la JMJ, se produjo una intensa polémica respecto a algunas actuaciones policiales. Nosotros consideramos que habían actuado mal algunos compañeros y lo dijimos. Quien tenga interés en ver nuestros argumentos puede ir a la página web www.sup.es, a la sección de “carné x puntos” y leer lo que escribimos en el mismo los meses de agosto y septiembre de 2011.
Y ahora estamos con el asunto del instituto Luis Vives. Un verdadero bombardeo informativo de manipulación y mentiras. He leído titulares e informaciones de brutalidad policial, palizas a menores, hasta patadas en la cabeza a una menor se ha escrito y publicado. Y algunas personas empeñadas en que el SUP, o yo, dijera que eso era verdad, que había habido brutalidad policial, etc. Negarlo ha supuesto descalificaciones De todo tipo (perro, nazi, fascista, asesino, maltratador, chulo…) a los que he respondido en twitter con el eficaz bloqueo (¡nunca pensé que tuviera que bloquear a tanto energúmeno/a!) pero eso no me preocupa nada porque es la constatación de una realidad, de una línea de pensamiento que odia, desprecia o valora muy negativamente a la Policía. Mi preocupación viene por personas del 15-M, periodistas, ciudadanos que, por cómo se expresan, tienen cultura y supongo que conocimientos suficientes de cómo se organiza y funciona la sociedad, que han demandado que los policías se pongan de parte de los manifestantes, o han considerado que al ser menores los que actuaban hay que dejarles hacer. He visto el mismo vídeo, en el que no se ve nada anormal, remitido por distintas personas con distintos titulares “carga brutal” “paliza policial” “a patadas con menores…” y no hay nada de eso. Es verdad que un compañero extiende la perna en dos o tres ocasiones cuando están practicando una detención, contra alguien (que parece más profesora que alumna y que va con la cara cubierta), más para alejarla e impedir que se le eche encima que como agresión injustificada. Incluso eso se puede considerar poco ortodoxo o reprobable, pero claro, remitir un video y decir “mira a partir de 40’ ” ignorando todo lo que hay hasta entonces es ridículo.
En estos casos influyen diversos factores. Que uno o más policías se excedan en la aplicación de la fuerza requerida una vez que han recibido orden de restablecer la normalidad; que haya más resistencia de la previsible por las personas, mayores o menores, alumnos o profesores, concentrados; que en función de dicha resistencia tengan que practicar alguna detención y todos son difíciles de medir, evaluar y someter a riguroso proceso de medición. Quizás haya que plantearse el asunto empezando por valorar quién dio la orden de disolver, desalojar o restablecer el tráfico, y si esa orden se correspondía con el perjuicio que se ocasionaba a otros ciudadanos o por el contrario fue contraproducente. Porque estas decisiones de mandar disolver se pueden tomar o bien porque el responsable político, delegado/a del Gobierno, carezca de la flexibilidad suficiente o entienda que el perjuicio que se está ocasionando es mayor que la polémica por la intervención policial, o también, calculadamente, porque se produce una transferencia de responsabilidad del motivo por el que se inician los hechos. Si hoy se pregunta a alguien qué pasa en el instituto Luis Vives  de Valencia la inmensa mayoría dirá que ha habido cargas policiales contra los alumnos, conocerán las consecuencias pero no el origen, que es que una mala gestión política del ayuntamiento y la comunidad, ambas del PP, han dejado sin calefacción al instituto provocando la reacción de profesores y alumnos. Ya está olvidado o marginado el gravísimo error de gestión política y la polémica está centrada en visionar el vídeo una y mil veces a ver si ese policía de 1.500€/mes ha perdido los nervios, se ha equivocado y ha soltado la pierna más de la cuenta. Que se le identifique y sancione que ya se darán por satisfechos los pijoprogres de turno, que los responsables políticos del ayuntamiento, la Comunidad y hasta del Instituto han quedado a salvo de su mala gestión, sepultada por la polémica policial.
Twitter, el Estado, foros policiales, 15-M y sindicatos de clase.
Haré un “cajón de sastre” final porque de lo contrario se haría excesivamente largo esta reflexión, y sin perjuicio de escribir más adelante sobre Constitución, 15-M y Policía.
Twitter es una herramienta de comunicación que cada uno puede usar para lo que quiera. Hay quienes lo limitan a cursar mensajes bonitos, dulces, a sus amigos, otros para reivindicar, otros para comunicarse y otros para varias cosas a la vez. Pero estos días he comprobado que se formulan discursos idealistas, fantasiosos, alejados de la realidad, y dado que en 140 caracteres es imposible explicarse, puede beneficiar a los más rotundos, demagogos, a los de las frases redondas sin matices. Lo tendré en cuenta y a partir de ahora cuando sea necesaria explicación lo haré usando la remisión de escritos más amplios (no tanto como este, pues en medio folio se puede expresar y razonar perfectamente una idea).
Un gran desconocimiento (o discrepancia) sobre lo que es el Estado, cómo funciona, qué papel cumple la Policía y lo negativo que sería que nosotros, los policías, pudiésemos entrar, en función de nuestras ideas, a tomar decisiones a favor de unos u otros sin respetar la jerarquía y el cumplimiento de órdenes encuentro en muchos de los comentarios recibidos. Sería una locura. Acabaría en batallas de policías contra policías y los ciudadanos tomando partido por unos u otros. Una entelequia que no merecería ni ser comentada de no ser porque han abundado los tuits en ese sentido: que la policía tome partido, que no cumpla las órdenes, que se ponga de parte del pueblo… Si hay una estructura que haya venido a dignificar y darle valor al pueblo, a los ciudadanos, es el Estado. Hasta su nacimiento las leyes las hacían e impartían los nobles y la Iglesia y el nacimiento del Estado vino a instaurar una misma ley para todos, derechos, obligaciones, impuestos e instituciones elegidas que gestionan esas tareas (otra cosa es que haya que cambiarlas radicalmente porque funcionan mal, en lo que estoy de acuerdo); y ello sabiendo que el funcionamiento del Estado en la Europa del Norte  y el Centro (Noruega, Suecia, Holanda, Alemania…) nada tiene que ver con lo que ha pasado en el Sur (España, Portugal, Irlanda, Italia, Grecia…). Los valores sociales y cívicos de unos nada tienen que ver con los de otros. En Noruega, si un ciudadano conoce que un vecino defrauda al fisco posiblemente lo denuncie y desde luego se lo reprochará. La Hacienda es la caja común que hace carreteras y hospitales y quien defrauda está faltando a su deber como ciudadano. En el Sur, quien defrauda lo cuenta al vecino, este le ríe la gracia y ambos lo celebran con unas cervezas. Trasladen ese clima a los políticos, concejales, promotores, gestores de bancos y cajas y entenderemos porqué nos han robado miles de millones de euros y estamos donde estamos. Y eso mismo hay que trasladarlo a todos los ámbitos de la sociedad. Allí si hay un colegio sin calefacción alguien está dimitido o cesado; después, si los profesores y alumnos quieren manifestarse lo harán cumpliendo las normas y requerirán que esté la Policía para protegerlos; aquí los responsables nunca serán cesados ni asumirán su culpa, los alumnos y profesores hacen pagar por esos errores a otros ciudadanos, y los policías en vez de ir a proteger a los manifestantes son enviados para usar la fuerza y restablecer la anormal normalidad.
Ayer, alguien que me remitió un tuits que rayaba el insulto (rebajó el tono después) me volvía a remitir otros señalando que eran intolerables los comentarios críticos de un foro de policías, que eran bastante más moderadas que las que él me había dirigido. Es difícil tratar de aplicar el mismo rasero de medir a todos, pero sería muy conveniente hacerlo. Eso es algo que además de un tuits vemos en los medios de comunicación, todos con líneas editoriales muy ideologizadas, de tal forma que ante un incidente como el del Instituto desde ese momento sabemos qué posición van a adoptar el día siguiente unos y otros: unos siempre a favor de la Policía y otros en contra. Pocos mantienen la información sobre los hechos ocurridos. Unos creen la versión policial y otros la contraria. Hay que respetar a todos pero sería conveniente, primero que la Policía sea utilizada lo menos posible en estos conflictos menores, y segundo, que se establezca un mecanismo obligatorio de grabación de todos los incidentes, que sea público, que impidan dicha manipulación. Y en cuanto al Foro de policías en cuestión, su lenguaje, su tono, su forma y el trato despreciativo a determinados ciudadanos no es compartido por el SUP, lo que no significa que no defendamos que tienen libertad para expresar sus ideas.
He leído por twitter que el 15-M acudirá a las manifestaciones de mañana con sus propias pancartas y diferenciados de los trabajadores que secunden las manifestaciones, para señalar su actitud crítica contra las cúpulas sindicales. Me parece un error estratégico de tal calibre que mis simpatías por ese movimiento, con cuyos objetivos coincidió casi al 100 x 100, se han visto bastante defraudadas. Y lo digo hoy, con la que está cayendo contra los sindicatos a cuenta de si sus dirigentes cobran o no de las cajas en las que participan, cuánto cobran y a qué dedican ese dinero. Esta mal que cobren aunque lo dirijan al sindicato, pero eso es una circunstancia que nada tiene que ver con el trabajo de los sindicatos, las organizaciones sociales con mayor número de afiliados de este país (en torno a 1.300.000 afiliados CCOO y 1.200.000 UGT) que en mi opinión son la última trinchera, la única esperanza de sobrevivir al tsunami financiero, social, político que nos está ahogando a la inmensa mayoría de los ciudadanos, policías incluidos. Que se quiera combatir esto llamando a los policías a la rebelión es como querer detener el tsunami taponando la ventana de la casa, cuando la vivienda va a quedar sepultada por metros de agua antes de ser arrasada. Y ir a las manifestaciones como anuncia el 15-M puede provocar que los convocantes, con su servicio de seguridad, les impidan la asistencia y que la noticia no sea los cientos de miles de ciudadanos que se manifiestan sino los conflictos originados entre los sindicatos y el 15-M. A ver si va a resultar que los infiltrados de la Policía, Guardia Civil y CNI en el 15-M han llegado ya a la dirección de ese movimiento y quieren llevarlo a cometer estos errores.
Concluyo: en la policía, como en todas las profesiones, los hay mejores y peores profesionales (reitero la remisión al carné x puntos de agosto y septiembre de 2011); hace años venimos denunciando una muy deficiente formación, incrementada por las promociones de 5.000 ingresos con muy poco tiempo formativo; también hemos denunciado la poca coherencia y calidad formativa, con deficiente atención a la formación en habilidades sociales de cómo gestionar conflictos, resolver situaciones complicadas y dar un trato exquisito al ciudadano. Los responsables de esta situación, sin que deje de existir la individual de cada uno en su comportamiento, son más los que han dirigido la formación que los que buscando un trabajo entrando en la Policía y no han sido provistos de los conocimientos precisos para utilizarlos como herramientas cuando son necesarios.
Un policía prefiere enfrentarse a atracadores armados, entrar en una vivienda en llamas o arrojarse a un rio o al mar a rescatar a alguien que verse rodeado por una masa de ciudadanos. Porque los pocos precedentes que hay (el último hace pocos años en Galicia) dicen que el policía recibió una paliza y fue arrojado a un barranco, de donde fue rescatado con lesiones  tan graves que han obligado a su jubilación. Los que le propinaron la paliza eran padres de familia, trabajadores, personas decentes pero que en el furor de la masa se transforman y la identidad individual se transmuta en una fiera colectiva, una alimaña de múltiples pies y manos que pugna por ver quien da más golpes y más fuertes al monigote que en ese momento han convertido al policía, que es el saco que simboliza todos los males al que descargar los golpes. Por eso la primera misión de las UIPs cuando actúan es que nunca quede ningún compañero aislado. Vean las actuaciones de estas Unidades a partir de ahora desde esta perspectiva y tal vez encuentren otro sentido a su comportamiento.
Cuando se denuncia brutalidad policial, palizas y patadas todo ciudadano que las reciba debe irse al centro de salud, obtener un parte médico y presentar una denuncia. Exactamente lo mismo que hacemos los policías. Las denuncias en los medios de comunicación no tienen ningún valor. Con mentiras no se construye nada.
Aquí lo dejo. La actuación policial en el Lluís Vives y la de Zapadores, hasta donde he visto, no contienen actos de brutalidad policial ni palizas. Y hay cinco policías heridos. Si hay una actuación policial contraria a las normas de actuación y protocolos fijados para las UIPs, lo denunciaremos como hemos hecho en otras ocasiones, pero no comulgaremos con mentiras, manipulaciones ni utilización torticera para hacer política o movilizar los ánimos de determinados colectivos.
Seguiremos opinando.
Sevilla, 18 de febrero de 2012.

José Manuel Sánchez Fornet