El 17 de junio, el presidente del Gobierno anunció en el Congreso de los
Diputados la celebración de un acto institucional de homenaje a las 27.000
víctimas del COVID-19, que tendrá lugar el 16 de julio. Anuncia que será
presidido por el Rey, al que vendrán dirigentes de la Unión Europea y el responsable de la OMS. En la misma
intervención, el presidente Sánchez dice que gracias a sus medidas se han
salvado 450.000 vidas. Hace un mes dijo 300.000. Se ve que la contabilidad
creativa permite sumar aquí y restar en la lista de víctimas.
No hay
nadie en España con un mínimo sentido de la decencia que no sepa que se han
maquillado las cifras de muertes, que son como mínimo 43.000, con estudio
comparado de los datos de Sanidad, el INE y el MOMO, y que pueden superar las
50.000. Con los datos actuales somos el país con la ratio más alta de muertos
por millón de habitantes: 58 en Hungría, 201 en Brasil, 349 en Estados Unidos y
580 en España con datos oficiales, que según registros del INE serían 941.
Actualizado en 28.300 los muertos el 19 de junio, según el INE son unos 48.000.
Ha habido miles de muertos sin prueba PCR que son los únicos que cuenta el
Gobierno. Y por el colapso ha habido muertos por otras patologías además de por
COVID-19 sin prueba de diagnóstico. Imposible de explicar que el Gobierno
organice un acto político institucional para mejorar su imagen sin saber el
número exacto de muertos.
El
número de sanitarios contagiados en España, por haber trabajado durante semanas
y meses sin medios de protección, sin test PCR (que sí se han hecho los
políticos del Gobierno y sus familiares profusamente), que han estado
trabajando y contagiando a compañero/as y enfermos exigen, como el número de
muertos y la toma de decisiones, una comisión de investigación. En Italia, la
fiscalía ha llamado a declarar al primer ministro. En Chile han cesado al
ministro por falta de transparencia en los contratos… aquí siguen siendo
materia reservada.
Creo
que ese acto de propaganda política es un insulto a las víctimas. El
director de la OMS es el Fernando Simón internacional, porque ha dicho de todo
y en todas direcciones. No hacen falta mascarillas, decía cuando no había
mascarillas. Y así en todo. Equiparable
a quien dijo hace tres meses que la pandemia no nos afectaría y tres meses y
50.000 muertos después sigue en el cargo y tiene clubs de fans del pensamiento
único.
El Rey NO debería acudir al acto. Solo se recordará su imagen y estará, todavía más, en el centro de la polémica cada vez que un familiar de víctimas denuncie ese comportamiento bochornoso, un acto de homenaje que no saben si será por su familiar o no, porque no saben de qué murieron ni el Gobierno dispone de relación oficial de a quienes pretende homenajear.
Esto me
recuerda a la chapuza de Trillo con las víctimas del Yak-42, de la que salió
bien gracias a Marlaska, que fue ascendido dos veces por los jueces afines al
PP, una, y por el PP para el CGPJ, otra. Se acreditó tiempo después que restos
de distintas víctimas habían sido introducidas en el mismo féretro o que se
habían confundido identidades, entregando a unos familiares restos de otra
persona que además habían incinerado cuando el deseo del fallecido era que sus
restos descansaran en tierra.
Este acto político tiene el mismo desprecio por las víctimas que lo que se evidenció por Federico Trillo, el entonces rey Juan Carlos I y José María Aznar con las víctimas del Yak-42.