miércoles, marzo 18

PATRIOTA

Estoy harto de falsos patriotas. Conozco a militares, policías, ciudadanos, que son patriotas de verdad, cumpliendo su trabajo, con la honradez por bandera, respetando a los demás, trabajando con o sin uniforme, de albañil, fontanero, policía, conductor…, que no presumen de lo que sienten; y conozco a los “bocachanclas”, esos de la bandera en ristre que quieren imponer junto con su religión y que hablan de España para tapar su conciencia sucia. Conozco a los patriotas de siglas, sean cuales sean, políticas, sindicales, de empresas, organismos, o cualquier otra organización, cuya ignorancia los acerca al fascismo o a la secta peligrosa.

 Hay patriotas de “lanzadas a moro muerto”, esos que –entiéndase la metáfora- siempre están en retaguardia y cuando acaba la batalla, si han perdido, huyen, y si han ganado, cruzan los campos clavando su lanza en miembros de su ejército o del contrario, muertos o heridos, amigos o enemigos que eso no les importa, para mostrarla manchada de sangre y simular que han estado en primera línea. Estos patriotas de boquilla se ven en la política, en el sindicalismo, en las empresas, en la policía, en cualquier profesión. Luego desfilan como valientes triunfadores y se colocan sus medallas despreciando a los que han quedado en el campo de batalla mientras el pueblo –otra vez la metáfora- iletrado e ignorante, hace sonar sus fanfarrias en honor de los cobardes.

Hay patriotas de siglas, como los de "el SUP por encima de todo" sin más valoraciones, que son patriotas de hojalata; los Luca de Tena, dueños de ABC, diario patriota y monárquico pero ellos con cuentas en Suiza; o los malos militares, con las pecheras llenas de medallas robadas y el bolsillo de dinero, que se envuelven en la bandera para seguir viviendo bien, y si hay entre ellos algún acosador sexual y laboral lo encubren y protegen, por su honor, como hace el Estado, que pone a sus abogados a defenderlos, de tal forma que su defensa les salga “gratis total” pagada por nuestros impuestos y la ciudadana agredida debe gastarse miles de euros en que se haga justicia; o esos ricos con inmensa fortunas amasadas explotando a menores en el tercer mundo, robando a obreros, o jubilados, o especulando en el mercado a la vez que dejan a miles de personas sin trabajo; o esos partidos políticos corruptos que con un fariseísmo hipócrita y cínico claman contra la corrupción cuando viven de ella; o esos diputados (del PP, PSOE y otros partidos) que hacen una ley que permite quitar su casa, que deben seguir pagando después de perderla, a una familia pobre que ha quedado en paro (caso extraordinario en Europa y declarado ya ilegal por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea sin que el Gobierno haya hecho nada); o esos policías que usan excesiva fuerza en esos desahucios de gente pobre con niños mientras se ríen… todos ellos despreciables desde una mínima ética ciudadana y democrática de un país decente.

Para mí la patria siempre ha sido la ciudadanía, la gente que tiene sangre y respira, y no lo que les interesa a los que viven a costa de ella; siempre he creído que es tan patriota un albañil como un militar o policía, porque la patria no se lleva en el uniforme: la patria es un conjunto de valores que contribuyen a la convivencia en paz y con derechos de todas las personas del país. Cuando era secretario general del SUP siempre dije que si algún día el sindicato cambiaba de principios yo lo denunciaría y me opondría. Me eligieron secretario general del SUP en el comité federal de Madrid en 1987; alguien coló en una ponencia una moción favorable a la pena de muerte sin yo enterarme, y un minuto después de saberlo, a pesar de que se acababa de clausurar el congreso, presenté la dimisión porque yo no defiendo cosas que son contrarias a la escala de valores de mi vida y de los principios por los que me rijo. Se volvió a reunir la ponencia, la cambiaron y volvieron a elegirme. Tenía 28 años y ya tenía las cosas tan claras como hoy. Y esos valores y principios no se cambian, van junto a uno desde que tiene uso de razón hasta que muere.

Defender la Patria, o el SUP, o cualquier otra organización del tipo que sea sin sustento moral de valores y principios es propio de los ancestros más primitivos, cuando les guiaba el instinto y no tenían plena capacidad de raciocinio. Hay que imaginar si en nuestro país los patriotas de pacotilla decidieran acabar con los gitanos, o los judíos, o cualquier otro grupo social, y los que se oponen son llamados anti patriotas o traidores a esa patria de mierda que quieren imponer. Yo en ese caso estaría orgulloso de ser un traidor a esa patria porque no sería la mía, que se sustenta en otros valores. O si el SUP pasara de organización reivindicativa y democrática a una secta mafiosa, y como usa las mismas siglas hay que seguir apoyándolo aunque ahora sea cosa muy distinta a lo que motivo su nacimiento. He de decir que vista la corrupción generalizada existente en nuestro país, siento vergüenza de que no seamos capaces de cambiarlo, y espero que el sentido común impere antes que después y se cambie el rumbo de esta democracia podrida, y he de decir que mi sindicato se ha domesticado en el último año hasta extremos que hacen difícil reconocer a la organización combativa e independiente que fue en el pasado. Si España se consolida como un país corrupto y mi sindicato cambia de ser lo que fue a otra cosa, ni España sería mi patria ni ese SUP sería mi sindicato.