Estoy
harto de falsos patriotas. Conozco a militares, policías, ciudadanos, que son patriotas
de verdad, cumpliendo su trabajo, con la honradez por bandera, respetando a los
demás, trabajando con o sin uniforme, de albañil, fontanero, policía, conductor…,
que no presumen de lo que sienten; y conozco a los “bocachanclas”, esos de la
bandera en ristre que quieren imponer junto con su religión y que hablan de
España para tapar su conciencia sucia. Conozco a los patriotas de siglas, sean cuales sean, políticas, sindicales, de empresas, organismos, o cualquier otra
organización, cuya ignorancia los acerca al fascismo o a la secta peligrosa.
Hay
patriotas de siglas, como los de "el SUP por encima de todo" sin más
valoraciones, que son patriotas de hojalata; los Luca de Tena, dueños de ABC,
diario patriota y monárquico pero ellos con cuentas en Suiza; o los malos
militares, con las pecheras llenas de medallas robadas y el bolsillo de dinero,
que se envuelven en la bandera para seguir viviendo bien, y si hay entre ellos
algún acosador sexual y laboral lo encubren y protegen, por su honor, como hace
el Estado, que pone a sus abogados a defenderlos, de tal forma que su defensa
les salga “gratis total” pagada por nuestros impuestos y la ciudadana agredida
debe gastarse miles de euros en que se haga justicia; o esos ricos con inmensa
fortunas amasadas explotando a menores en el tercer mundo, robando a obreros, o
jubilados, o especulando en el mercado a la vez que dejan a miles de personas
sin trabajo; o esos partidos políticos corruptos que con un fariseísmo
hipócrita y cínico claman contra la corrupción cuando viven de ella; o esos
diputados (del PP, PSOE y otros partidos) que hacen una ley que permite quitar
su casa, que deben seguir pagando después de perderla, a una familia pobre que
ha quedado en paro (caso extraordinario en Europa y declarado ya ilegal por el
Tribunal de Justicia de la Unión Europea sin que el Gobierno haya hecho nada);
o esos policías que usan excesiva fuerza en esos desahucios de gente pobre con
niños mientras se ríen… todos ellos despreciables desde una mínima ética
ciudadana y democrática de un país decente.
Para
mí la patria siempre ha sido la ciudadanía, la gente que tiene sangre y
respira, y no lo que les interesa a los que viven a costa de ella; siempre he creído que
es tan patriota un albañil como un militar o policía, porque la patria no se
lleva en el uniforme: la patria es un conjunto de valores que contribuyen a la
convivencia en paz y con derechos de todas las personas del país. Cuando era secretario
general del SUP siempre dije que si algún día el sindicato cambiaba de
principios yo lo denunciaría y me opondría. Me eligieron secretario general del
SUP en el comité federal de Madrid en 1987; alguien coló en una ponencia una
moción favorable a la pena de muerte sin yo enterarme, y un minuto después de saberlo,
a pesar de que se acababa de clausurar el congreso, presenté la dimisión porque
yo no defiendo cosas que son contrarias a la escala de valores de mi vida y de los
principios por los que me rijo. Se volvió a reunir la ponencia, la cambiaron y
volvieron a elegirme. Tenía 28 años y ya tenía las cosas tan claras como hoy. Y
esos valores y principios no se cambian, van junto a uno desde que tiene uso de
razón hasta que muere.
Defender
la Patria, o el SUP, o cualquier otra organización del tipo que sea sin
sustento moral de valores y principios es propio de los ancestros más
primitivos, cuando les guiaba el instinto y no tenían plena capacidad de
raciocinio. Hay que imaginar si en nuestro país los patriotas de pacotilla
decidieran acabar con los gitanos, o los judíos, o cualquier otro grupo social,
y los que se oponen son llamados anti patriotas o traidores a esa patria de
mierda que quieren imponer. Yo en ese caso estaría orgulloso de ser un traidor
a esa patria porque no sería la mía, que se sustenta en otros valores. O si el
SUP pasara de organización reivindicativa y democrática a una secta mafiosa, y como usa las mismas siglas hay que seguir apoyándolo aunque ahora sea cosa muy distinta a lo que motivo su nacimiento. He de decir que
vista la corrupción generalizada existente en nuestro país, siento vergüenza de
que no seamos capaces de cambiarlo, y espero que el sentido común impere antes
que después y se cambie el rumbo de esta democracia podrida, y he de decir que
mi sindicato se ha domesticado en el último año hasta extremos que hacen difícil
reconocer a la organización combativa e independiente que fue en el pasado. Si
España se consolida como un país corrupto y mi sindicato cambia de ser lo que
fue a otra cosa, ni España sería mi patria ni ese SUP sería mi sindicato.