1/. VIRÓLOGA CHINA. Li-Meng
Yan es una viróloga china que huyó de la dictadura comunista y está refugiada
en Estados Unidos. Es muy posible que sea cierto lo que dice porque si hay algo
que falta en las dictaduras, fascistas o comunistas es libertad de expresión,
entre otras muchas libertades. Pero también es posible que use la pandemia para
tratar de escapar de la dictadura y asentarse en un país libre. Ninguna
dictadura es creíble. Ni Cuba, ni China, ni Venezuela, ni Arabia Saudí… Dice
que huyó por miedo a que le sucediera algo tras denunciar que China y la OMS
ocultaron la letalidad y peligrosidad del coronavirus durante meses. Trabajaba
en la universidad de Salud Pública de Hong Kong.
Dice que alertó a las
autoridades. Su marido, prestigioso virólogo, descubrió en el teléfono de ella
(que miró sin su consentimiento, otro Iglesias) que estaba denunciando lo que
sabía y decidió no acompañarla ni en la denuncia ni en la huida. Detenida en la
aduana de Los Ángeles al llegar en avión, contó el motivo de su desplazamiento
y se hizo cargo del asunto el FBI, que ni desmiente ni confirma nada. Ella dice
que le requisaron el teléfono y la interrogaron durante horas. Después la
dejaron seguir con rumbo desconocido por razones de seguridad. Dice la viróloga
que la Policía ha interrogado a sus padres, que presionados le piden que
vuelva, y destrozado su apartamento en su ciudad natal, Quingdao. Yo la creo.
2/.
SECRETO DE ESTADO. Se utiliza
habitualmente en España para tapar prácticas corruptas. Como la ley de
Protección de Datos para encubrir prácticas de nepotismo. Como la ley Mordaza
para proteger vulneraciones de derechos civiles por las fuerzas de seguridad.
La ética pública en este país brilla por su ausencia. Los datos de la llegada
de la vicepresidenta de Venezuela a Barajas, secreto. Los nombres de los
asesores contratados por los grupos parlamentarios, secreto. Los de los
contratos y forma de contratación en el Congreso, Senado, Tribunal de Cuentas,
Constitucional, Defensor del Pueblo… protegidos por la ley de Protección de
Datos. Todos son familiares de los políticos y funcionarios que trabajan en
esas instituciones. Presionar ilegalmente a unos pocos manifestantes, menos de
20, que legalmente pueden estar en una acera, amenaza de multa de 600 a 3.000
euros por las fuerzas de seguridad, o amenaza de denuncia y detención por
resistencia es habitual. Como la Policía política de cualquier república
bananera. Así funcionan nuestras instituciones.
3/.
CAPITALISMO – COMUNISMO. Durante
siglos se han considerado antagónicos. China ha demostrado que se puede ser un
país comunista sin libertades individuales ni políticas y un pulmón del
capitalismo. El capitalismo sin control es criminal. Pero con política y
democracia se puede contener y aprovechar. Eso es lo que se ha conseguido en un
rincón del mundo conocido como Unión Europea, que está en riesgo por unos pocos
factores, a saber: a), los corruptos. Las grandes empresas del capitalismo
compran voluntades de quienes toman decisiones; b) Ideología. Los que quieren
imponer un sistema que convierte en esclavos a todos y en multimillonarios a
ellos. Son los bolcheviques, comunistas que gobiernan China, Cuba, Corea del
Norte… y c) las dictaduras religiosas, singularmente el islam. Europa debe
combatir contra esos tres frentes, además del cambio climático, las pandemias,
la pobreza y otros graves problemas del siglo XXI.
4/. PODIUM DE CORRUPTOS. Los tres están
siendo noticias. Dinero en Suiza, la tarjeta de teléfono de una mujer que
mantuvo varios meses por protegerla (machista) o su hijo mayor, al que
encuentran otras decenas de millones de euros en el extranjero. Por este orden
aparecen Juan Carlos I, Rey de España entre 1975 y 2014. Jordi Pujol,
presidente de la Generalitat entre 1980 y 2003. Y Pablo Iglesias, líder de
Podemos desde 2014 y vicepresidente 2º del Gobierno desde enero de 2020. Pujol
se ha quedado sin coartada económica sobre el rey emérito. Todavía puede
contar, o filtrar si tiene grabadas las conversaciones, que la Monarquía veía
bien que Cataluña fuera un estado libre asociado a España. El emérito pedía que
fuera bajo una monarquía parlamentaria, la suya. Ya ven donde radica el
patriotismo español del Borbón desenmascarado. Cuando en una república se
destituye a un presidente por corrupto no se tumba la república y se cambia a
Monarquía. Pretender que por un Rey corrupto hay que tumbar la Monarquía y
crear una república es propio de los del pensamiento único talibán. No es
tiempo de mudanza. Todos los gobiernos desde UCD, pasando por el PSOE y el PP
sabían de la corrupción del Rey y de Pujol. Todos son cómplices. Y el CNI,
cooperador necesario para que fueran posible tanta impunidad durante tantos
años.
5/.
CADIZ. La celebración del ascenso a
1ª división del Cádiz ha rebelado la irresponsabilidad del fanatismo. Miles de
personas sin mascarillas, abrazadas, hombro con hombro, cantando y gritando,
porque un equipo de fútbol asciende en medio de una pandemia mundial de un
virus desconocido que ocasiona enfermedad, secuelas y muerte. Ellos son
irresponsables, pero ¿y el Estado? ¿No se podía prever algo así y utilizar los
recursos de que dispone para impedirlo? El delegado del Gobierno en Andalucía,
el subdelegado del Gobierno, el jefe superior de Andalucía occidental y el
comisario provincial de Cádiz son en principio responsables, a expensas de que
existan avisos que fueron desoídos por las autoridades políticas. Lo que es
seguro es que hay responsables de esa grave negligencia contra la salud. Ocurre
lo mismo en Palma, Magaluf y Calviá, donde cientos de turistas británicos y
alemanes, sin distancia ni mascarillas provocan altercados ¿Tampoco esto era
previsible? ¿Dónde está el ministro de Interior, el secretario de Estado de Seguridad,
el director y la directora general de Policía y Guardia Civil? Por desgracia en
este país sobran muchos Fernando Simón, irresponsables que viven como maharajás
actuando irresponsablemente. Habrá que crear un premio Simón a los
irresponsables mentirosos que obedecen órdenes para mantenerse en el cargo sin
importarles las consecuencias para la sociedad.